lunes, 16 de septiembre de 2013

¿AHORA QUÉ?


Mientras haces algo -tallar, pintar, esculpir-, estas enfrascado en ello. Es tu gozo, tu meditación. Pero al terminar, naturalmente regresas a la mente y esta te empieza a preguntar: «¿Qué sentido tiene?».

Se dice de Gibbon que cuando terminó su historia del mundo lloró. Le había requerido treinta años de trabajo; día y noche, año sí y otro también, trabajando sin cesar. Cada día dormía cuatro horas y trabajaba veinte. Al concluirlo, lloró. Su esposa no podía creerlo, ni tampoco sus discípulos.

«¿Por qué lloras?», le preguntaron. Todo el mundo estaba feliz por la finalización de la obra, el registro más grande de la historia estaba acabado. Pero él lloraba. «¿Ahora qué haré? ¡Estoy acabado!» Y murió a los tres años; no le quedaba nada más que hacer. Siempre había sido un hombre joven; el día en que terminó su trabajo, se hizo viejo. Le sucede a cada creador: un pintor se halla tan apasionadamente absorto en su cuadro que cuando lo termina, de pronto siente un vacío y se pregunta: «¿Ahora qué? ¿Por qué lo hice?». Se necesita una gran percepción para ver que el gozo de la pintura radica en la propia pintura. No hay un resultado... el fin y los medios no están separados. 

Si estas disfrutando de algo determinado, ahí radica su esencia; no pidas nada más. ¿Qué más necesitas? La consecución está en el mismo proceso. Has crecido a través de él, esa es la consecución. Te has hecho más profundos en él; esa es la consecución. Te has acercado al centro de tu ser, ese es el logro. Si eres consciente, la sensación de inutilidad desaparecerá.

Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 177