lunes, 14 de octubre de 2013

¿PARA QUÉ HUMILLARTE?


Propuestas para no morir de amor, cuando ya no te quieren

4. ¿PARA QUÉ HUMILLARTE?

La humillación en cualquiera de sus formas —suplicar, jurar, «agachar la cabeza», esclavizarse o halagar excesivamente al otro—, tienen un efecto bumerán.

Malas noticias para los que se adhieren a un amor sin límites: la sumisión, con el tiempo, produce fastidio. Si quedaba algo de afecto, se pierde; si había algo de respeto se esfuma. ¿Quieres que te tengan lástima? ¿Quieres darle más poder a la persona que no te ama? ¿Quieres agrandar su ego? ¡Si fuera tan fácil convencer al desenamorado...!

¿Cómo salvar la baja autoestima de un lacónico y lastimero: «¡Por favor, quiéreme! »? Las palabras no van a modificar el comportamiento de quien no siente nada por ti. Acéptalo con madurez. ¿Para qué humillarte si con eso no lograrás resucitar el amor?

Un receso ayuda. Volver a hablar con tu familia, recuperar las raíces, aquellos valores que te pertenecen y que hoy parecen desdibujarse por el afán y la desesperación de un amor que no te conviene. Métete esto en la cabeza y en el corazón: los principios no se negocian. Si quieres sufrir, llorar y acabar con todas las lágrimas, gemir en voz alta, arrastrarte por la habitación y abrazar a tu sufrimiento desgarradoramente, hazlo, pero no entregues tu soberanía, no aplastes tu ser. Vuélvete anónimo en tu dolor.

Sufre cuanto quieras, pero no hieras tu amor propio: no te regales.

Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso