miércoles, 16 de octubre de 2013

PRETENDIENDO SER INMORTALES


Alejandro Jodorowsky dice: Si estás preocupad@ porque no puedes conseguir la imposible inmortalidad, esta fábula puede serte útil:

Cuando yo era niño, mi abuelo me contaba cuentos para que durmiera. Mi historia preferida era la del árbol inmortal. El anciano afirmaba que en un lejano país, en el centro de un maravilloso jardín, había un árbol imperecedero. Crecí pensando que la única finalidad en mi vida era buscar ese vegetal eterno. En el colegio, en lugar de atender a las lecciones, me entregaba a ensueños y planes. “¡Lo encontraré y sabré su secreto: yo tampoco moriré!” Años más tarde recorrí el planeta buscando ese árbol. Atravesé los continentes preguntando a millares de campesinos: “¿Conoce
usted un árbol inmortal?” Nadie supo responderme. Al cabo de mucho tiempo, cuando ya casi había perdido la esperanza, un cabrero que apacentaba sus animales en un cerro, me respondió: “Conozco a un viejo que sabe dónde está.” Me llevó a una gruta en cuyo interior vivía un hombre arrugado como una momia. “¡Ven, hijo mío -balbuceó con su boca desdentada-, detrás de esas rocas está el jardín que buscas.” Efectivamente, ahí, en medio de las montañas había un vergel lleno de frondosas matas con fragantes flores. El anciano me condujo al centro para mostrarme un agujero en la tierra. “¡Del árbol sólo quedó esto!” Yo, consternado, le dije: “Pero dónde está la planta?” Él me contestó: “Piensa un poco: un árbol inmortal no necesita reproducirse para mantener la vida. ¡Eliminó sus flores, frutos y semillas! Un árbol inmortal no necesita hojas, ya que ellas sólo consiguen alimento del sol para mantener la vida. Tampoco necesita ramas, ya que las ramas sólo sirven para sostener a las hojas. Tampoco necesita un tronco ya que éste sólo le sirve para sostener ramas. Mucho menos necesita raíces ya que ellas sólo le sirven para absorber sustento, y un árbol eterno no necesita alimentarse. Como ves, cuando este árbol se hizo inmortal, ya no necesitó raíces ni tronco ni ramas ni hojas ni flores ni frutos ni semillas. ¡Sólo quedó de él este hoyo!”

¡Si las flores se obstinaran en no morir, no habrían manzanas! La vida, sin muerte, es inmovilidad. Algo murió para que nacieras tú. Tu morirás para que algo nazca de tu muerte.

-El placer de pensar- 73 -
Leído en Plano Sin Fin