La primera noble verdad del Buda es que el hecho de sufrir no indica necesariamente que algo esté equivocado.
¡Que alivio!
Por fin alguien dijo la verdad. El sufrimiento es parte de la vida y no tenemos que sentir que ocurre porque hemos hecho un movimiento equivocado a nivel personal.
Pero, en la realidad, cuando sufrimos, solemos pensar que algo está mal. Mientras seamos adictos a la esperanza sentiremos que podemos matizar nuestra experiencia, o animarla, o cambiarla de alguna manera, y seguiremos sufriendo mucho.
En tibetano, esperanza se dice rewa y miedo se dice dokpa, pero la palabra más utilizada es re-dok, que es una combinación de ambas. Esperanza y miedo es un sentimiento que tiene dos bandas. Mientras una esté presente, también lo estará la otra. Este re-dok, esperanzamiedo, es la raíz de nuestro dolor. En el mundo de la esperanza y del miedo siempre tenemos que cambiar de canal, siempre tenemos que cambiar de temperatura, de música, porque algo nos resulta incómodo, algo está inquieto, algo está empezando a doler y continuamos buscando alternativas.
En un estado mental no teísta, abandonar la esperanza es afirmarse, y ése es el principio del principio. Puedes poner la frase: «Abandona la esperanza» en la puerta de tu frigorífico, en lugar de otras aspiraciones más convencionales como: «Voy mejorando cada día de todas las formas posibles.»
La esperanza y el miedo surgen del sentimiento de que estamos incompletos; surgen de un sentimiento de pobreza. No podemos relajarnos con nosotros mismos sin más. Nos aferramos a la esperanza, y la esperanza nos roba el momento presente. Sentimos que debe haber alguien que sepa lo que está ocurriendo, pero que a nosotros nos falta algo y por tanto hay algo que falta en nuestro mundo.
Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron