Si dejáramos a los padres sentir las cosas que las madres dicen sentir en exclusividad, quizás no existirían tantos papás abandonando a sus hijos.
Si la madre cree tener unívocamente derecho a la posesión sobre los hijos y la sociedad se la avala, ¿qué lugar le queda al papá?. Es responsabilidad del papá la manutención económica y de la mamá la contención y la presencia afectiva.
Así, la estructura social dice que a la madre no se la puede separar del chico, con toda razón, y que si se puede separar al padre del chico, con no se cuánta razón.
Y sin embargo eso dicen los expertos. ¿Podemos creerles?.
En la película “Juego de seducción”, un hombre de aspecto rural cuenta en cámara la siguiente historia:
Cuando yo tenía 8 años, encontré el Río Perdido. Nadie sabía dónde estaba, nadie en mi condado podía decirte cómo llegar, pero todos hablaban de el. Cuando llegué por primera vez al Río Perdido, me di cuenta rápidamente de que estaba allí. Uno se da cuenta cuando llegue. ¡Era el lugar mas hermoso que jamás vi, había árboles que caían sobre el río y algunos peces enormes navegaban en las aguas transparentes!. Así que me saqué la ropa y me tiré al río y nadé entre los peces y sentí el brillo del sol en el agua, y sentí que estaba en el paraíso. Después de pasar la tarde de ahí, me fui marcando todo el camino hasta llegar a mi casa y allí le dije a mi padre:
- Papá, encontré el Río Perdido.
Mi papá me miró rápidamente y se dio cuenta de que no mentía. Entonces me acarició la cabeza y me dijo:
- Yo tenía mas o menos tu edad cuando lo vi por primera vez. Nunca pude volver.
Y yo le dije:
- No, no... Pero yo marqué el camino, dejé huellas y corté ramas, así que podemos volver juntos.
Al día siguiente, cuando quise volver, no pude encontrar las marcas que había hecho, y el río se volvió perdido también para mi. Entonces me quedó el recuerdo y la sensación de que tenía que buscarlo una vez mas.
Dos años después, una tarde de otoño, fuimos a la dirección de guardaparques del condado porque mi papá necesitaba trabajo. Bajamos a un sótano, y mientras papá esperaba un una fila para ser entrevista, vi que en una pared había un mapa enorme que reproducía cada lugar del condado: cada montaña, cada río, cada accidente geográfico estaba ahí. Así que me acerqué con mis hermanos, que eran menores, para tratar de encontrar el Río Perdido y mostrárselo a ellos. Buscamos y buscamos, pero sin éxito.
Entonces se acercó un guardaparques grandote, con bigotes, que me dijo:
- ¿Qué estás buscando, hijo?
- Buscamos el Río Perdido - dije yo, esperando su ayuda.
Pero el hombre respondió:
- No existe ese lugar.
- ¿Cómo que no existe?. Yo nadé ahí.
Entonces el me dijo:
- Nadaste en el Río Rojo.
Y yo le dije:
- Nadé en los dos, y se la diferencia.
Pero el insistió:
- Ese lugar no existe.
En eso regresó mi papá, le tiré del pantalón y le dije:
- Decile, papá, decile que existe el Río Perdido.
Y entonces el señor de uniforme dijo:
- Mirá niño, este país depende de que los mapas sean fieles a la realidad.
Cualquier cosa que existiera y no estuviese aquí en el mapa del servicio oficial de guardaparques de los Estados Unidos, sería una amenaza contra la seguridad del país. Así que si en este mapa dice que el Río Perdido no existe, el Río Perdido no existe.
Yo seguí tirando de la manga de mi papá y le dije:
- Papá, decile...
Mi papá necesitaba el trabajo, así que bajó la cabeza y dijo:
- No hijo, el es experto, si el dice que no existe...
Y ese día aprendí algo: Cuidado con los expertos. Si nadaste en un lugar, si mojaste tu cuerpo en un río, si te bañaste de sol en una orilla, no dejes que los expertos te convenzan de que no existe. Confiá mas en tus sensaciones que los expertos, porque los expertos, son gente que se moja pocas veces.
¿Cuántos hijos habrán tenido esos expertos que excluyen del vínculo emocional a los padres?.
¿En que río no habrán nadado?
La verdad, ¿qué importa lo que digan los psicólogos?. Que importa lo que diga yo, lo que digan los libros, ¡que importa lo que diga nadie!. Lo que importa en el amor es lo que cada uno siente.
Porque cada uno sabe perfectamente cuánto quiere a sus hijos, porque en todo caso este es tu Río Perdido, el que no está en ningún mapa.
Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay