Cómo afrontar la ambigüedad afectiva y no caer en el juego de una espera inútil.
4. NO CONFUNDAS LOS ROLES: ERES PAREJA Y NO TERAPEUTA
Algunas víctimas del «ni contigo, ni sin ti» asumen el papel de terapeutas y comienzan a tejer teorías de todo tipo (la mayoría sin fundamento y cogidas con pinzas) para explicar la indecisión del otro. En realidad es menos doloroso pensar que alguna «enfermedad» explica el hecho que pensar que simplemente no nos aman por lo que somos. Estos «buenos samaritanos» leen sobre el tema, van a cursos de todo tipo y solicitan ayuda profesional tratando de resolver el enigma que los carcome: «¿Realmente me ama?». Preferimos ser terapeutas que ser víctimas. Una mujer que llevaba más de dos años en este tira y afloja, me decía: «Pobre, él no está bien. No quiere recibir ayuda, pero me gustaría saber cómo sacarlo del agujero en el que se encuentra...». Esta paciente había tenido tres crisis depresivas y un trastorno de pánico a raíz de la relación tortuosa que llevaba con su ambivalente pareja y ¡prefería ayudarlo a él que ayudarse a sí misma! Y mientras tanto, al hombre parecía importarle un rábano lo que estaba ocurriendo y se negaba a recibir tratamiento, a sabiendas del daño que estaba provocando en ella. ¿No era suficiente motivo para mandarlo a la porra?
Primero, preocúpate por tus problemas. Intenta curarte de tanto ajetreo y luego, si te quedan fuerzas, toma la decisión: permanecer atrapada o liberarte. Al menos actuarás por convicción. Grábalo a fuego, aunque no te guste: el conflicto de tu pareja respecto a cómo y cuánto te quiere debe resolverlo ella y no tú.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso