Generalmente, la soledad nos parece un enemigo. El dolor de corazón no es algo que elijamos invitar a nuestra vida.
Es algo inquieto que nos quema y que está preñado del deseo de escapar y de encontrar algo o a alguien que nos haga compañía. Cuando podemos descansar en el punto medio, empezamos a tener una relación serena con la soledad, una soledad relajante y refrescante que pone nuestros temores totalmente del revés.
Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron