domingo, 13 de abril de 2014

LOS QUE SE APROVECHAN DEL PODER AFECTIVO


No falta quienes intentan sacarle provecho a la «independencia afectiva». La estrategia consiste en recordarle permanentemente al otro (al más dependiente) que podrían renunciar en cualquier momento a la relación. Una espada de Damocles apuntando directamente al corazón: «Si no me das gusto y te “portas mal”, me perderás». en otra versión, más autoritaria: «Soy afectivamente más fuerte que tú y por eso tengo más derechos». Friedrich Nietzsche decía que el poder es el afrodisíaco más fuerte, y si lo mezclamos con algo de amor, el efecto se hace exponencial.

Existe el abuso del poder afectivo. ¿Por qué hablo de abuso? Porque el que ejerce el poder saca ventaja de la debilidad emocional del otro, de su incapacidad de alejarse afectivamente, si tuviera que hacerlo. En cierta ocasión, una mujer que tenía por pareja a un hombre sumamente adinerado me comentaba de qué manera lo manipulaba: «El amor que siente por mí lo tiene atrapado y yo me limito a tenerlo en el filo de la navaja: “Si te portas mal, te dejo”. Él sabe que puede perderme en cualquier momento y por eso siempre me dice que sí a todo lo que le pido. Me quiere más de lo que yo lo quiero o, a decir verdad, no sé si lo quiero...». ¡Pobre hombre! ¡Y él proclamaba a los cuatro vientos que su relación era excelente!

Si eres víctima de una relación en la que el otro abusa del poder afectivo que le otorgas —no sólo te ama mucho menos de lo que tú le amas (lo que ya es preocupante), sino que además saca partido de la diferencia—, ¿tiene sentido seguir así? No lo tiene. Para salvar a la pareja habría que reestructurar la dinámica básica del amor y establecer un vínculo sin explotadores ni explotados y sin vencedores ni vencidos. En mi experiencia, cuando el que está por debajo da un «golpe de Estado», por cualquier razón (hartazgo, desamor, la presencia de otra persona, desapego saludable...) y las relaciones de poder se invierten, el que desempeñaba el papel de «amo» adopta la posición de «esclavo» en un santiamén. Tú alimentas al que podría acabar contigo.

Quítale el poder: ¡desapégate!


Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso