sábado, 23 de agosto de 2014

ESTAMOS PROGRAMADOS


Para mí, muchas veces es difícil combinar los roles de padre espiritual y de psicólogo. Vienen a ti a que les des un concepto moral que los tranquilice y, si resulta que lo que necesitan es una terapia y se la das, se escandalizan, y entonces creen que les has dañado en sus sentimientos o creencias. A nadie has hecho daño, sino que has llamado a las cosas por su nombre. Es vuestra programación la que os hace sufrir.

Un día vino un señor desesperado, porque otro señor había estado tocando los genitales de sus dos niñas de pocos años, y él, que le sorprendió, quería matarlo. Y las niñas estaban ahora llenas de miedo. No por lo que sucedió, sino por la reacción de los padres ante el hecho. El padre no quería ver esto y me miraba como si yo estuviese loco. Su programación no le permitía ver que, si él hubiese reaccionado como si nada hubiese pasado delante de las niñas, éstas lo tomarían como un juego y nada alarmante quedaría registrado en su mente.

Aparte, tú puedes pedir explicaciones, romperle las narices o tratar de reaccionar con el señor que tocó a las niñas. Pero si estás programado porque la acción en sí es pecaminosa y porque tus niñas han sido mancilladas, y todas esas cosas de nuestra cultura, estarás atrayendo a cada ellas tu alarma y tus miedos. Mucho más que los tuyos, pues ellas, que no están programadas, registrarán en su mente una alarma que unirá al acto en sí, sin más explicación y para siempre tendrán miedo a todo lo que se relacione con ello. Un miedo que será inconsciente, irracional, y por ello mucho más peligroso. En cuanto al señor que tocó a las niñas, en el peor de los casos era un ser enfermizo, con una sexualidad sin desarrollar, y no el sádico y perverso que se suele ver en él.

¿Que hay que defenderse de él?. De acuerdo, pero si estás despierto, llamarás a las cosas por su nombre y te darás cuenta de que los miedos que provocas sobre él son los mismos que metieron en tu infancia ante actos similares. Si piensas con realismo, verás que el prójimo — igual que tú — es miedoso, infantil, egoísta y estúpido. Y no es que lo sea, sino que es su programación lo que hace que se muestre así; nadie te defrauda en la realidad. Es el juicio que tenías de la persona (de cómo «debería» de ser) lo que te ha defraudado. Así, como cuando te enamoras de una persona, lo haces de una imagen (la imagen de tus sueños), el mundo de la realidad que vives (de lo que tú crees realidad) es falso, porque está sujeto a conceptos. Los conceptos no son más que añadiduras que ha puesto tu cultura.

Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello