Seguimos con Jorge Bucay, volvemos a manifestar que hay lectores que no les gusta el tema, sin embargo como parte de la publicación de esta obra, no omitimos los temas que Bucay aborda.
Hay gente que ha dejado el blog y la página de facebook por no estar de acuerdo con ciertas publicaciones, lamentamos su decisión pero lo único que aquí se presentan son las obras de varios autores, donde podemos estar de acuerdo o no..... No dejan de ser sólo ideas, no dejan de ser más que palabras.
Si la sexualidad funciona como un trámite, estamos en problemas.
Hay una sola razón para tener sexo: el deseo. No puedo llegar a la cama porque estoy aburrido, porque no tengo otra cosa para hacer, porque estoy muy tenso, porque hay que cumplir para que no te vayas a coger con otra o con otro, para no masturbarme...
La única buen razón para llegar a la cama con alguien es sentir el deseo de ir a la cama con alguien.
Además porque no hay nada mas erotizante que sentirme deseado por el que está a mi lado. Sea yo varón o mujer, nada me excita mas que sentir que aquel que yo deseo me desea.
De alguna forma es un misterio... porque si lo que me excita es que vos estés caliente conmigo y lo que te excita a vos es que yo esté caliente contigo, ¿cómo fue que empezamos?.
A veces empieza porque te veo y me surge el deseo. Te espero y me ratoneo. Soñé con vos y te voy a buscar... Pero muchísimas veces empieza afuera, antes de que nos veamos. Empieza con la calentura que surge en mi a partir de otras cosas que pasan en el afuera y que no son vos.
“Eh... No, doctor ¿me está diciendo que me caliente con el aviso donde está la mina con las tetas y que después llegue a mi casa pensando que voy a coger con mi mujer?. Eso es un asco...”
Así es. Si quieren pensar que es un asco, piénsenlo. Pero es así. Me erotizo con lo que pasa afuera y es ese erotismo justamente el que importo a la relación y el que genera el deseo.
Si les molesta importar excitación a su pareja no lo hagan, serán muy felices y cogerán menos.
Nada es igual que el deseo del que deseo. Este es el gran afrodisíaco, sobre todo en la pareja. Por eso es tan importante sentirlo y que se note.
Cuentan que una mujer llega a un consultorio médico porque tenía tortícolis. Entra con el cuello torcido, el médico la revisa, le hace una radiografía, no encuentra lesiones anatómicas y le dice:
- ¿Hace mucho que lo tiene?
- No... – dice la mujer -, hace unos doce o quince años - ¿Y usted a que se dedica?.
- Bueno, trabajo en una oficina, hago las cosas de la casa...
- ¿Y tuvo algún golpe?
- No, nunca.
El médico piensa, no sabe que preguntar...
- ¿La alimentación?
- Normal, como todo sin problema.
- ¿Algún deporte violento?
- No, nada juego a las cartas.
Como el médico ya no sabe que preguntar, le dice:
- ¿Vida sexual?
- Normal, dos o tres veces por semana... él arriba y yo abajo... normal.
- Bueno, el arriba y usted abajo o al revés.
- ¿Está loco?. ¿Cómo veo tele?
Si uno no es capaz de estar realmente comprometido con lo que está pasando, la posibilidad de disfrutar del vínculo sexual no existe.
Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía tomada de internet