lunes, 10 de agosto de 2015

COMPASIÓN Y RESPETO


La disciplina es importante. Cuando nos sentamos a meditar, se nos anima a practicar la técnica y a seguir fielmente las instrucciones. Pero una vez dentro del marco de la disciplina, ¿por qué tenemos que mostrarnos hoscos? ¿Meditamos porque «debemos» hacerlo? ¿Meditamos para ser «buenos» budistas, para agradar a nuestro profesor o para evitar ir al infierno? Nuestra forma de ver lo que surge durante la meditación es un entrenamiento para ayudarnos a ver todo lo que surge en nuestras vidas. Por eso, el reto es despertar la compasión junto con la visión lúcida; aligerarnos y animarnos, en lugar de sentirnos más culpables y desgraciados. De otro modo, lo que acaba ocurriendo es que reducimos a los demás y también a nosotros mismos: nada da nunca la talla, nada es lo suficientemente bueno. Sin bondad, humor y buen corazón, la honestidad puede ser más bien sombría. Desde el principio mismo hasta el final, dirigirnos a nuestro propio corazón para descubrir la verdad no es sólo cuestión de honestidad, sino también de compasión y respeto por lo que vemos.

Aprender a ser buenos con nosotros mismos, aprender a respetarnos, es algo muy importante. Y la razón por la que es importante es que, básicamente, cuando miramos dentro de nuestro corazón y empezamos a descubrir lo confuso y lo brillante, lo amargo y lo dulce, no sólo estamos descubriéndonos a nosotros mismos, sino que también estamos descubriendo el universo. Cuando descubrimos el Buda que somos, nos damos cuenta de que todas las personas y todas las cosas son Buda. Descubrimos que todas las personas y cosas están despiertas. Todas las personas son igualmente preciosas, plenas y buenas, y también todo lo demás.

Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet