Como todas las demás paramitas, el esfuerzo tiene una cualidad de camino: es un proceso. Cuando empezamos a practicar el esfuerzo, vemos que a veces podemos hacerlo y  otras  no.  Entonces  la  pregunta  pasa  a  ser:  ¿Cómo conectar con la inspiración? ¿Cómo conectar con la chispa y la alegría que están disponibles en todo momento? El esfuerzo no consiste en forzarnos, no se trata de un proyecto que tenemos que acabar, o de ganar una carrera. El esfuerzo es, más bien, como despertarse una mañana fría y nevada en un refugio de montaña dispuestos a dar una larga caminata, pero sabiendo que en primer lugar tenemos que levantarnos y hacer fuego. Preferiríamos quedarnos cálidamente en la cama, pero saltamos de ella y encendemos  el  fuego  porque  la  belleza  del  día  que tenemos por delante sobrepasa nuestro deseo de comodidad. 
Cuanto más amplia sea nuestra perspectiva, más conectamos   con   una   alegría   energética.   El   esfuerzo consiste en conectar con nuestro deseo de iluminación. Nos permite actuar, dar y trabajar valorando todo lo que se cruza en nuestro camino. Si realmente supiéramos la infelicidad que causa en este planeta nuestra evitación del dolor y nuestra búsqueda del placer, si entendiéramos que este hecho nos hace desgraciados y corta nuestra conexión con nuestro corazón y nuestra inteligencia básicos, practicaríamos  la  meditación  como  si  se  nos  estuviera quemando el pelo. No pensaríamos que tenemos mucho tiempo y que podemos dejar la práctica para más adelante.
Gracias a prajna, las paramitas se convierten en formas de desprendernos de nuestras defensas. Cada vez que damos, cada vez que practicamos la disciplina, la paciencia o el esfuerzo, es como desprendernos de una pesada carga.
Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet

