Cuando la Luna se come al Sol, los indios kayapó disparan flechas de fuego hacia el cielo, para devolverle al Sol la luz perdida. Los barí suenan tambores, para que el Sol regrese. Los aymaras lloran, y a gritos suplican al Sol que no los abandone.
A fines del 94, hubo pánico en Potosí. Cayó la noche en plena mañana y quedó el cielo súbitamente negro y con estrellas. En aquel mundo helado de muerte, mundo del fin del tiempo, lloraron los indios, aullaron los perros, se escondieron los pájaros y se marchitaron las flores.
Helena estaba allí. Cuando el eclipse acabó, ella sintió que algo le faltaba en la oreja, un arete, un solcito de plata, se le había caído. Ella buscó el pequeño sol por los suelos, durante largo rato, aunque sabía que no iba a encontrarlo jamás.
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet