jueves, 19 de octubre de 2017

CAMINANDO EN LA CUERDA FLOJA







Había dos amigos del rey, y ambos fueron declarados culpables de un crimen. Como los amaba a ambos, el rey deseaba ser magnánimo con ellos, pero no podía absolverlos, pues ni siquiera la palabra de un rey puede imponerse a la ley. Entonces pronunció este veredicto: Se extendería una cuerda floja por encima de un profundo precipicio y, uno tras otro, los dos debían cruzar, y al que llegara al lado opuesto se le perdonaría la vida.





Se hizo la voluntad del rey y el primero de los amigos alcanzó el otro lado. El otro, aún parado en el mismo lugar, le gritó al primero: 





-Dime, amigo, ¿cómo lograste cruzar? 





Y el primero le contestó





-Sólo sé una cosa: en cuanto sentía que me tambaleaba hacia un lado, me inclinaba hacia el lado opuesto. 










FUENTE: OSHO: El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos‘, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 1