También podemos prepararnos para el futuro sin vernos  atrapados por nuestros planes. A menudo ni siquiera planificamos o,  temiendo el futuro y la incertidumbre, nos quedamos atrapados en la  planificación obsesiva. 
Necesitamos aprender a estar en el presente.  Cuando realmente estás anclado en el presente, planificas mucho mejor  el futuro. Vivir atentamente en el presente no excluye la posibilidad de  planificación. Lo único que tienes que saber es no perderte en  preocupaciones y miedos relativos al futuro. Si estás arraigado en el  presente, podrás traer el futuro al presente y verlo profundamente, sin  sumirte en la ansiedad y la incertidumbre. Si de verdad estás en el  presente y cuidas de él, estarás asentando los cimientos de un futuro  mejor.    Y lo mismo podríamos decir con respecto al pasado. La  enseñanza y la práctica de la plena conciencia no excluyen la  posibilidad de observar profundamente el pasado. Pero si nos dejamos  atrapar por los remordimientos y sufrimientos pasados, nuestra  atención es inadecuada. Si estamos bien asentados en el presente,  podremos traer el pasado al presente y contemplarlo con  detenimiento. Desde el presente, podemos contemplar tanto el pasado  como el futuro. 
El mejor modo, pues, de aprender del pasado y de  planificar el futuro consiste en hacerlo firmemente anclados en el  presente.    Si tienes un amigo que sufre puedes ayudarle. «Querido amigo,  estás en un terreno seguro. Todo está ahora bien. ¿Por qué sigues  sufriendo? No vuelvas al pasado. El pasado es un fantasma. Es irreal».  Y cuando reconoces que no hay, en él, realidad alguna, sino tan solo  imágenes y películas, te liberas. Esa es la esencia de la práctica de la  plena conciencia.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

