Aunque hay muchísimos estilos afectivos masculinos, y aunque algunos pueden llegar a superponerse para crear subtipos, señalaré los que considero más importantes frente al impedimento que genera la oposición a lo femenino.
3. El hombre esquizoide-ermitaño
Este hombre se caracteriza por un estado afectivo plano generalizado, pero especialmente con las mujeres: ni deseo, ni amor. El esquizoide-ermitaño, hasta la edad adulta se mantuvo con firmeza en la oposición a lo femenino, y solucionó el conflicto atracción-repulsión con la mujer mediante el distanciamiento. No hay mayor alejamiento afectivo que la indiferencia: "Ellas no existen", "Puedo vivir sin ellas" o simplemente, "No me importan". No es autonomía ni sana independencia, sino desconexión emocional y sexual. Muchas mujeres son víctimas de estos hombres "disociados "que no parecen responder a ningún tipo de seducción y provocación, como si fueran de plástico. Ermitaños del amor; temerosos de que la mujer los arrastre y los despersonalice, se atrincheran en una soledad afectiva ilimitada. Un paciente con estas características describía así su tortuoso sentimiento hacia lo femenino: "No nos engañemos, doctor... Como hombre, usted alguna vez debe haber tenido la sensación espantosa de ser succionado, aspirado hacia ellas... ¿Qué puede haber más parecido a la muerte que las cavernarias y gelatinosas paredes de un vientre o una vagina?". Le respondí que mi visión de las mujeres no era tan sombría, ya que las asociaba más con la vida que con la muerte.
Él, como si se tratara de un terapeuta experimentado, durante varias citas intentó convencerme sobre la existencia de ese lado femenino oscuro y pernicioso, afortunadamente sin éxito.
Estos hombres ausentes tomaron muy a pecho las consignas antifeministas del desarrollo masculino, y las internalizaron para el resto de sus días. Mataron el amor y se suicidaron en el intento. El síndrome del ermitaño es peligroso para muchas mujeres sedientas de amor, porque estos hombres no dan indicación, ni sugieren, ni ponen sobre aviso a la parte interesada sobre su incapacidad de amar: sencillamente no les importa. Frente a esta incompetencia afectiva, no hay nada que hacer. La mujer debe retirarse y olvidarse del asunto. El desinterés es la más cruel y silenciosa de las armas para destruir la autoestima de cualquiera. Una mujer víctima de un hombre así, me decía: "No entiendo, doctor, por qué me trata mal... He sido cariñosa y amable... No me habla ni me determina... Es como si le estorbara y me tuviera fastidio... Quiero entender...". Le dije que no había nada que comprender. Él era peligroso y ella debía alejarse: "Para poder entenderlo deberías sufrir de su misma enfermedad, pero si la tuvieras, no te interesaría nada de él, porque estarías en una especie de limbo afectivo... Él no puede dar más...Ya no sabe cómo hacerlo, se le olvidó... U quizá nunca lo supo... ¿No crees que mereces algo mejor?... Alguien que realmente te ame sin tantas complicaciones... Te has convertido en la traductora de su intrincado mundo emocional...
Recogiendo pistas, analizando, infiriendo.. .Y mientras tanto, ¿dónde está el amor?...Tu relación se ha vuelto un problema para resolver y no algo para disfrutar... Nada de lo que hagas lo hará cambiar... Eres mujer, y por ese solo hecho estás en el polo opuesto de su existencia... Aléjate de él...Sálvate...". Al cabo de unas semanas de trabajo intenso, así lo hizo.
Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet