Cuando un ganador comete un error, dice: "Me equivoqué y aprendí la lección".
Cuando un perdedor comete un error, dice: "No fue mi culpa", y se la atribuye a otros.
Un ganador sabe que el infortunio es el mejor de los maestros.
Un perdedor se siente víctima de la adversidad.
Un ganador sabe que el resultado de las cosas depende de él.
Un perdedor cree que la mala suerte existe.
Un ganador trabaja muy fuerte y se permite más tiempo para si mismo.
Un perdedor está siempre muy ocupado, y no tiene tiempo ni para los suyos.
Un ganador enfrenta los retos uno a uno.
Un perdedor les da vueltas y vueltas y no se atreve a intentarlo.
Un ganador se compromete, da su palabra y la cumple.
Un perdedor hace promesas, no asegura nada y, cuando falla, sólo se justifica.
Un ganador dice: "Soy bueno, pero voy a ser mejor".
Un perdedor dice: "No soy tan malo como mucha otra gente".
Un ganador escucha, comprende y responde.
Un perdedor sólo espera hasta que le toque su turno para hablar.
Un ganador respeta a los que saben más que él y trata de aprender de ellos.
Un perdedor se resiste ante los que saben más que él y sólo se fija en sus defectos.
Un ganador se siente responsable por algo más que su trabajo.
Un perdedor no se compromete y siempre dice: "Yo sólo hago mi trabajo".
Un ganador dice: "Debe haber una mejor forma de hacerlo".
Un perdedor dice: "Esta es la manera en que siempre lo hemos hecho".
Un ganador es parte de la solución. Un perdedor es parte del problema.
Un ganador se fija en toda la pared.
Un perdedor se fija en el ladrillo que le corresponde poner.
Un ganador, como usted, comparte este mensaje con sus amigos.
Un perdedor, como los otros, se lo guarda para sí mismo.
Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet