Dignificar la sexualidad masculina no significa racionalizar exageradamente el sexo, ni coartarlo: lo que propongo es abolir la esclavitud sexual a la que hemos estado sometidos. Liberarnos de la obsesión no implica enterrar la libido, sino trascender con ella. La sexualidad es un regalo. Es el momento en el cual se produce la muerte psicológica (la mente parlanchina se calla y el maya se va a dormir) y cuando podemos identificarnos con el universo. Pero si sólo disfrutamos del sexo desconociendo su significado real, además de quedar aprisionados en lo meramente sensorial, estaremos bordeando el peligroso sendero de la dependencia. Definitivamente, la sexualidad es mucho más que genitalidad, y si no vemos esto nunca lograremos aprovechar su increíble magnificencia.
Una sexualidad masculina digna se refiere a una sexualidad que respete la integridad psicológica, tanto del varón como de la mujer. La sexualidad, cuando es digna, no envilece ni corrompe a nadie, porque no genera apego.
El derecho a una sexualidad digna es no desintegrarse en la adicción; es humanizar el sexo en la vivencia del afecto; es no violentarse internamente, ni violentar; es retirarse a tiempo o estar todo el tiempo; es entender que, al menos en la química corporal, el fin no justifica los medios; es transmutarse en el otro hasta desaparecer y no asustarse por ello; es no regalarse, ni castrarse, ni someterse para obtener "favores"; es desnudarse valientemente y luego no querer vestirse; es poner a madurar el placer para que sepa mejor; en fin, ser digno en el sexo es quererse a uno mismo sin dejar de querer, y entregarse sin misericordia, sin lastimar ni lastimarse.
Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet