La plena consciencia es un tipo de energía que puede ayudar a  que nuestra mente regrese al cuerpo. Asentados de ese modo en el aquí  y ahora, podemos establecer contacto con la vida y sus muchos  milagros y vivir auténticamente. La plena consciencia nos permite ser  conscientes de lo que está ocurriendo en el momento presente, tanto en  nuestro cuerpo como en nuestros sentimientos, en nuestras  percepciones y en el mundo. 
Sabemos que la mañana es hermosa. Queremos permanecer en  contacto con la belleza de las montañas, la niebla y la puesta de sol y  dejar que impregne nuestros corazones. Sabemos que todo eso es muy  nutritivo. Pero, a veces, emerge una emoción o un sentimiento que nos  impide disfrutar de lo que está ocurriendo aquí y ahora. Mientras que  otra persona es capaz de dejar que las montañas, la gloriosa salida del  sol y los milagros de la naturaleza impregnen profundamente su  cuerpo y su mente, las preocupaciones, los miedos y la ira impiden que  la belleza de la salida del sol llegue hasta nosotros. Nuestras emociones  impiden que permanezcamos en contacto con los milagros de la vida,  con el Reino de Dios y con la Tierra Pura del Buda. 
¿Qué podemos hacer en tales circunstancias? Pensamos que,  para ser de nuevo libres y que el hermoso amanecer llegue hasta  nosotros, tenemos que eliminar esos sentimientos y esas emociones. 
Entonces consideramos a nuestros miedos, enfados y preocupaciones  como enemigos. Creemos que esos sentimientos nos impiden recibir el  alimento que necesitamos y que, sin ellos, seríamos libres. 
En tales momentos es posible, apelando a la respiración  consciente, reconocer amablemente nuestras aflicciones, sin importar  que se trate de la ira, de la frustración o del miedo. Si, por ejemplo, nos  sentimos preocupados o ansiosos, podemos practicar diciendo: «Inspiro  y sé que la ansiedad está en mí. Espiro y sonrio a mi ansiedad». Quizás  tengas el hábito de preocuparte y, por más que sepas que no es  necesario ni útil, sigues preocupándote. Te gustaría desterrar la  preocupación y desembarazarte de ella porque sabes que, cuando estás  preocupado, no puedes estar en contacto con las maravillas de la vida  ni puedes ser feliz. Por ello te enfadas con tu preocupación y quieres  desembarazarte de ella. Pero como la preocupación forma parte de ti,  vuelve a presentarse. Por ello, debes saber cómo manejarla amable y  tranquilamente, para lo cual es necesaria la energía de la plena  consciencia. La atención en la respiración y la meditación caminando  pueden ayudarte a cultivar la energía de la plena consciencia, una  energía con la que podrás reconocer y abrazar tiernamente la  preocupación, el miedo y la ira. 
Cuando tu bebé sufre y llora, no quieres castigarle porque tu  bebé eres tú. Tu miedo y tu ira son como tu bebé. No creas que podrás  desprenderte fácilmente de ellos. No te enfades con tu ira, con tu miedo  ni con tus preocupaciones. La práctica consiste simplemente en  reconocer esas emociones. Sigue ejercitando la respiración consciente y  la meditación caminando. La energía generada por esa práctica te  permitirá reconocer luego los sentimientos intensos, sonreírles y  abrazarlos tiernamente. Esta es la práctica de la no violencia ante tus  preocupaciones, tu miedo y tu ira. Si te enfadas con tu ira, la  decuplicarás. Eso no es inteligente. Ya sufres mucho y, si te enfadas con  tu ira, sufrirás más todavía. El bebé puede ser muy molesto cuando  llora y patalea, pero cuando su madre lo toma y sostiene tiernamente  entre sus brazos, la ternura acaba impregnándolo y al cabo de pocos  minutos se siente mejor y deja de llorar. 
Es la energía de la plena consciencia la que te permite reconocer  tu dolor y sufrimiento y abrazarlos con ternura. Sientes una cierta  liberación y tu bebé está tranquilo. Ahora puedes disfrutar de la  hermosa salida del sol y dejarte nutrir por los milagros de la vida que te  rodea y que hay en tu interior. 
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

