Cada vez que experimentamos una oleada de miedo, odio o envidia, podemos hacer algo para que esa energía negativa no nos destruya. No hay necesidad alguna de que los diferentes elementos de nuestro ser entren en conflicto. Solo debemos hacer, para transformarlos, el esfuerzo de prestarles la debida atención.
Necesitamos mantener una actitud no violenta hacia nuestro sufrimiento, nuestro dolor y nuestro miedo.
Cuando experimentamos una emoción poderosa, como el miedo o la desesperación, podemos sentirnos desbordados. Con la práctica, sin embargo, podemos aprender a abrazar nuestro miedo porque sabemos que en cada uno de nosotros yace la semilla de la plena consciencia. Si nuestra práctica conecta a diario con esa semilla mientras caminamos, estamos sentados, respiramos, sonreímos o comemos, estaremos cultivando la energía de la plena consciencia.
Luego bastará, cada vez que necesitemos esa energía, con establecer contacto con esa semilla para que esa energía aflore y podamos emplearla para abrazar nuestras emociones. Si tenemos éxito en este empeño, aunque solo sea una vez, tendremos algo de paz y menos miedo a esa poderosa emoción la próxima vez que se presente.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet