Cuando hoy en día viajamos en avión, todo el mundo nos parece  sospechoso y tenemos miedo de que en el momento menos pensado  aparezca un terrorista. Como cualquiera puede transportar explosivos o  esconder una bomba, nos vemos obligados a pasar por un escáner  corporal. Y como el miedo impera por doquier, de ello ni siquiera se  libran las personas que, como yo, visten hábitos monásticos. Quienes  nos precedieron generaron este clima de miedo que con el paso del  tiempo no ha hecho más que crecer. Ignoramos cómo tratar nuestro  sufrimiento y son muy pocas las personas que saben enfrentarse al  miedo y trascenderlo. 
Alimentamos el deseo de venganza; queremos castigar a quienes  nos han hecho sufrir y creemos que eso nos hará sufrir menos. 
Queremos ser violentos con ellos para escarmentarles. Cuando un  terrorista hace estallar una bomba en un autobús o en un avión, nadie  sobrevive. El deseo de dañar que alberga el terrorista se origina en su  propio sufrimiento. Quien ignora el modo de tratar su propio  sufrimiento puede tratar de aliviarlo castigando a los demás. 
El Buda dijo: «Después de observar profundamente el estado  mental de las personas que no son felices, he atisbado, oculto bajo su  sufrimiento, un cuchillo muy afilado. Ese cuchillo, que no alcanzan a  ver, es el que les impide relacionarse con el sufrimiento». 
En lo más profundo de nuestro corazón yace una daga cubierta  de muchas capas. En ese sufrimiento inconsciente se asienta la causa de  que hagamos sufrir a otras personas. Pero tú puedes descubrir y extraer  ese puñal y contribuir, una vez que lo hayas hecho, a extraer el puñal  que otros llevan clavado en su corazón. El dolor provocado por ese  cuchillo ha estado presente mucho tiempo y, por más que sigas  aferrándote a él, tu dolor no hará sino crecer hasta que quieras castigar  a quienes consideras causantes de tu sufrimiento. 
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

