Había una vez un Maestro llamado Huang Nieh que visitó al Maestro chan Yen Kuang. Al entrar en el templo, se arrodilló respetuosamente ante la estatua del Buda. En ese momento, un joven emperador de la dinastía Tang llamado Hsuan Tsung estaba asistiendo al servicio religioso allí como novicio. Por casualidad, estaba en la sala del Buda y vio todo lo que hizo Huang Nieh.
-Para alguien que busca la Verdad-se atrevió a decir Hsuan Tsung-, no es necesario adorar al Buda, hacerse monje o adherirse a ninguna enseñanza. Decidme, Maestro, ¿por qué veneráis la estatua del Buda?
-Puesto que no necesito ni adorar al Buda, ni hacerme monje, ni adherirme a ninguna enseñanza, lo hago -respondió el Maestro sin dudar-. Me libero a mí mismo, eso es todo.
Tras reflexionar sobre el asunto un buen rato, el novicio preguntó:
-Maestro, ¿para qué sirve practicar las formas de culto?
Huang Nieh le dio una bofetada como respuesta.
-¿Por qué?, ¡qué brutalidad! -dijo, encolerizado, el joven emperador.
-¡Qué grosero sois!
-¿Cómo? -replicó el Maestro-. ¿Todavía te atreves a discutir quién es grosero y quién no lo es? ¡esto ya ha ido demasiado lejos! -afirmó Huang Nieh, para vergüenza de Hsuan Tsung.
Comentario: En la escuela chan existe una advertencia: «Quienes recitan el nombre del Buda una vez tienen que enjuagarse la boca durante tres días.» Los maestros chan creen que ver la naturaleza del ser y alcanzar la budeidad es un asunto personal. No es posible comprender la Verdad dependiendo de los demás, incluido el Buda. Por otra parte, sabemos con cuánta frecuencia los maestros chan se permiten jurar por el Buda. En la tradición chan existe incluso el ritual de quemar al Buda. Todo esto se utiliza para destruir cualquier distinción entre «yo» y «Buda» en la mente del practicante, pero no para profanar el nombre del Buda. Hsuan Tsung pensó para sí: «Soy el ernperador.» Ésta es la razón por la que, aun siendo novicio, se atrevió a interrumpir la oración del viejo Maestro y fue debidamente reprendido. A través de la bofetada, el Maestro destruyó su concepto de «emperador» y «súbdito», mostrando que el templo era el templo y no la corte imperial.
Extracto tomado del libro:
100 Koans del budismo Chan
Alexander Holstein
Imágenes tomadas del Internet