Vive en la alegría… Vive en tu naturaleza más íntima, con absoluta aceptación de lo que eres. No intentes manipularte según las ideas de otros. Sé tú mismo, tu verdadera naturaleza, y brotará la alegría, manará en tu interior. Cuando se cuida un árbol, se riega, un día florece de forma natural. Cuando llega la primavera todo florece. Lo mismo ocurre con el hombre. Cuídate. Busca la tierra adecuada para tu ser, el clima adecuado, y profundiza en ti mismo.
No explores el mundo; explora tu naturaleza. Porque si exploras el mundo puedes poseer muchas cosas, pero no serás el dueño, mientras que si te exploras a ti mismo quizá no poseas muchas cosas, pero serás el dueño. Más vale ser dueño de sí mismo que del mundo entero.
Vive en la alegría, en el amor… Y quien vive en la alegría naturalmente vive en el amor. El amor es la fragancia de la flor de la alegría. Dentro hay alegría; no puedes contenerla. Hay tanta que resulta insoportable. Si intentas ser mezquino con ella, sentirás dolor. La alegría puede ser tanta que si no la compartes puede convertirse en sufrimiento, en dolor.
La alegría hay que compartirla. Al compartirla te descargas, al compartirla brotan nuevas fuentes en tu interior, nuevos ríos, nuevos manantiales. Compartir esa alegría es el amor. Por tanto, hay que recordar una cosa: que no se puede amar a menos que se haya alcanzado la alegría. Y es lo que hacen millones de personas. Quieren amar, pero no saben nada de la alegría. Entonces su amor está hueco, vacío, no tiene sentido. Su amor les trae desesperación, sufrimiento, angustia; crea el infierno. A menos que tengas alegría no puedes amar. No tienes nada que dar, porque eres un mendigo. En primer lugar tienes que ser un rey, y la alegría te hará rey.
Cuando irradias alegría, cuando tus secretos ocultos dejan de ser secretos y florecen al viento, en medio de la lluvia, al sol, cuando se libera tu esplendor aprisionado, cuando tu misterio se convierte en un fenómeno abierto, cuando vibra y palpita a tu alrededor —cuando está en tu aliento, en los latidos de tu corazón—, entonces puedes amar. Entonces si tocas polvo, ese polvo se transforma en lo divino, y cualquier cosa que toques se transforma en oro. Los guijarros corrientes en tus manos se convertirán en diamantes, en esmeraldas. Los guijarros corrientes… y las personas a las que toques dejarán de ser corrientes.
Bibliografía:
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet