sábado, 20 de marzo de 2021

LA SEPARACIÓN ES UN FRACASO (1er mandato social)


CAPÍTULO 5
Pensamientos conformistas frente a los mandatos sociales.

Nadie duda de que el aprendizaje de las normas sociales es importante para el desarrollo integral de los individuos y por ende de la cultura misma. Sin embargo, algunas pautas sociales, como por ejemplo las relacionadas con el amor de pareja idealizado, pueden resultar contraproducentes si se toman muy a pecho y se ignoran las excepciones a la regla.

Si el mandato social no reconoce salvedades, se convierte en un imperativo insalvable o en totalitarismo moral. La palabra clave para flexibilizar los mandatos sobre el amor y la pareja es: depende. ¿Hay que luchar por el matrimonio? Depende; si la relación afecta mis principios, no. ¿La separación es sinónimo de fracaso? Depende; a veces es liberación o una suerte. ¿Hasta que la muerte nos separe? Depende; si todo va bien y no se vulneran mis derechos.

Esto no implica asumir una actitud negativa y generalizada frente a todos los preceptos sociales, más bien lo que sugiero es asumir una actitud crítica frente a ciertas exigencias y no tragar entero. Hay cuestiones personales, profundamente idiosincrásicas, que solamente uno puede elucidar. El conformismo o la adecuación ciega a los cánones culturales se llama "normatividad": la creencia de que las normas deben ser respetadas y acatadas a como dé lugar, no importa su grado de irracionalidad o de desajuste con la realidad. El apego irrestricto a las reglas y el miedo a salirse de ellas hace que la capacidad de exploración se vea prácticamente reducida. La gente normativa o conformista no es capaz de tomar decisiones por sí misma y tiene dificultades para ensayar comportamientos nuevos que no estén autorizados por las "buenas costumbres".

Algunos imperativos sociales sobre el amor y el matrimonio, así como ciertas normas de urbanidad afectiva, parecen estar diseñados por fanáticos de la insensibilidad y el auto-castigo. Por ejemplo, se exalta la estabilidad afectiva como un valor que se debe emular, así sea aguante o simple resistencia, mientras que el placer y la felicidad son vistos como sospechosos de laxitud y falta de autocontrol. Estoicismo amoroso, deberes más que derechos: "Nunca seas un desertor del amor", pero sí un suicida amoroso.

Veamos algunos de los mandatos sociales que nos impiden resolver satisfactoriamente nuestra vida afectiva y ponerle límites al amor enfermo.

Primer mandato social: "La separación es un fracaso"

Es obvio que el paso de la ilusión a la desilusión afectiva impacte negativamente a quien ha decidido entregarse en cuerpo y alma a su consorte. Sin embargo, creo que debemos matizar la cuestión con una buena cantidad de realismo, así los casamenteros se molesten. Algunas separaciones son liberadoras y otras, traumáticas; algunas son dolorosas y otras, placenteras.

Cuando me separé, después de quince años de -casado, muchos de mis pacientes no volvieron a las citas porque consideraban que yo había "fracasado en mi matrimonio".

Por el contrario, yo veía mi separación como un logro y una segunda oportunidad que la vida me ofrecía. Me había dado cuenta a tiempo, y ella también, de que debíamos seguir nuestros propios caminos. Una buena separación es siempre mejor y más saludable que un mal matrimonio, no solamente para la pareja sino también para los hijos. Como sea, la mayoría de la gente se acercaba a mí con actitud de pésame y demostrándome sentimientos de consideración por la pérdida. Muy pocos me dijeron: "Si ha sido por el bien de todos, mejor".

Ana María era una mujer de 52 años que llegó a mi consulta debido a una depresión moderada. Rápidamente se refirió al motivo de su cita:

Paciente: Mi hija se separó y estoy muy triste. Apenas duraron un año y medio de casados... Ha sido muy difícil para mí superar esto...

Terapeuta: ¿Cómo se encuentra anímicamente su hija?

Paciente: Yo la veo muy bien, a veces está demasiado contenta, cambió su vestimenta y dice que va a estudiar de nuevo. Eso es lo que me impresiona... No le importó...

Terapeuta: ¿Cómo era su ex yerno?

Paciente: Debo reconocer que no fue un buen marido, ella terminó haciéndose cargo de lo económico porque a él no le gusta trabajar. Además, no la trataba bien.

Terapeuta: A ver si entiendo: su hija se separó de un hombre que dejaba mucho qué desear como esposo y ahora es libre para reiniciar su vida y está contenta de encarar una nueva realidad. ¿Por qué está usted triste entonces? ¿No debería compartir la felicidad de su hija? Paciente: ¡Pero se separó! Más bien, debió haber pensado mejor antes de casarse...

Terapeuta: ¿Usted es muy religiosa?

Paciente: Un poco, aunque no soy una beata, si a eso se refiere. Pero ella fracasó en su matrimonio y no parece estar consciente de ello.

Terapeuta: Bueno, pero está "triunfando" en la vida, ¿no le parece? Hay mujeres que se demoran años en descubrir que pueden empezar de nuevo y otras que son incapaces de alejarse de un marido que las maltrata. Si las cosas son como usted dice, su hija es muy afortunada.

Paciente: ¿Me va a decir ahora que la separación es un motivo de festejo?

Terapeuta: Estar feliz y sentirse bien sí es motivo de festejo.

Paciente: Pero la gente... Los hombres que se le acerquen ahora sabrán que es separada... Su imagen como profesional... Ella debió haber esperado un tiempo...

Ana María no pensaba en su hija, sino en ella misma.

Tenía un mandato grabado a fuego en su base de datos: El matrimonio es bueno, la separación es mala. Estaba tan obsesionada por las consecuencias sociales, que su mente no alcanzaba a captar el bienestar que la separación había producido en su hija.

Mientras respetes a los demás, tienes el derecho de cuestionar los mandatos. Mijail Bakunin afirmaba que ser personalmente libre "significa no reconocer ninguna verdad que no haya sido aceptada por la propia conciencia".

Insisto: no sostengo que haya que pasarse los semáforos en rojo porque "eso me dicta la conciencia". Lo que sugiero es crear la mayor resistencia posible ante cualquier intento de lavado cerebral y defender la posibilidad de ser feliz como una opción válida; ésa es la condición ineludible de la dignidad humana.


Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet