Maestro, sé que no has acumulado nada para vivir en tu vejez. ¿Qué vas a hacer? Hijo, cuando me llegue la vejez, espero no estar viviendo. Mientras viva, sigo generando y construyendo. La vejez me llegará cuando no sea capaz de levantarme ni de comunicarme ni de convencer; para ese entonces, cerraré los ojos, me despediré de los que amo, y me iré al otro lado a esperarlos.
¿Qué llamas vida? ¿Estar respirando sentado en una silla sin poderse valer? Eso no es vida.
Tomado del libro:
Cuentos Zen para la Vida Diaria y los Negocios
Diálogos para una aproximación zen a una vida plena
Mariano Merino
Fotografía tomada de internet