«Querido, sé que estás sufriendo.
Por eso, estoy aquí contigo».
Aun antes de que hagas algo para tratar de ayudar, tu presencia incondicional ya proporciona cierto alivio. Porque lo cierto es que, cuando sufrimos, todos tenemos gran necesidad de la presencia de la persona amada. Si la persona amada nos ignora cuando estamos sufriendo, nuestro dolor se intensifica. Lo que debemos hacer pues –en este mismo instante– es manifestar nuestra presencia genuina a nuestro ser querido y pronunciar con plena atención el tercer mantra, que dice:
«Querido, sé que estás sufriendo y por eso estoy aquí para ti». Basta con esas palabras para que la persona amada empiece a sentirse mejor.
Tu presencia y tu comprensión del dolor ajeno son un milagro, una faceta de tu amor que puedes ofrecer de inmediato. Trata, pues, de estar realmente presente para ti mismo, para la vida y para las personas a las que amas, reconociendo la presencia de quienes conviven contigo y tratando de estar ahí cuando alguno de ellos esté sufriendo, porque tu presencia es, para esa persona, muy preciosa.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet