Érase una vez cierto gran sacerdote de una secta zen cuyo benefactor no era otro que el gobernador de una provincia. Cuando fue a la capital a visitar al gobernador a su residencia oficial, el gran sacerdote viajó, en consecuencia, con toda comodidad con una amplia comitiva y mucha fanfarria.
Sucedió durante dicho viaje que los jinetes quisieron comprar nuevo calzado en un lugar en el que la comitiva se había detenido a descansar.
Por recomendación de los porteadores, se llamó a un anciano del que dijeron que hacía muy buenas sandalias de paja.
Entonces, cuando dicho anciano llegó con algunas sandalias nuevas para los jinetes, el gran sacerdote le vio a través de la ventana de su palanquín y casi se desmayó.
El anciano artesano de sandalias no era otro que Tósui, el iluminado Maestro zen que había sido anteriormente su propio instructor* durante muchos años, antes de que desapareciera misteriosamente del templo.
Saliendo precipitadamente de su palanquín aturdido y confundido, el gran sacerdote se postró ante el anciano y le presentó sus respetos con la máxima de cortesía.
Tósui fue amable con él y le habló de los viejos tiempos; pero cuando partieron, el Maestro le dijo al sacerdote: «No te dejes intoxicar por la asociación con nobles.»
* A lo largo del texto, Maestro con mayúscula traducirá la palabra inglesa Master —en el sentido de líder religioso o persona iluminada con discípulos—, e instructor, la palabra teacher —en el sentido de guía—. En muchas ocasiones, el autor las utiliza indistintamente, atribuidas al mismo personaje, probablemente para evitar repeticiones y aligerar el texto. (N. del T.)
Extracto del libro:
Antología Zen
Cien historias de iluminación
Versión de Thomas Cleary
Fotografías tomadas de Internet