Cuando considero que el dolor es mío, me pierdo en mi burbuja de sufrimiento personal y me siento desconectado de la vida, aislado y solo con mi desdicha. Pero más allá de la historia personal de mi sufrimiento, descubro que el dolor no es en realidad mi dolor. Es el dolor del mundo. Es el dolor de la humanidad. Cuando pierdo a mi padre, la aflicción que siento no es mi aflicción, sino la aflicción de todo hijo; sufro por, y con, cada hijo que haya perdido a su padre. Cuando mi pareja me abandona, soy cualquiera que haya perdido a alguien a quien amaba. En los más íntimos recesos de la experiencia presente, descubro que yo soy el universo que con tanto ahínco intento salvar; descubro que yo soy la compasión que tanto me esfuerzo por representar fuera, en el mundo; descubro que yo soy todas las demás personas con las que tanto anhelo tener contacto. En las profundidades de lo personal, en medio de las experiencias más intensamente dolorosas e íntimamente personales, descubro la verdad impersonal de la existencia, y en ese momento soy libre. Muchas enseñanzas espirituales hablan de escapar de lo personal y alcanzar cierto estado impersonal en un futuro, pero, como veremos en este libro, lo personal y lo impersonal son íntimamente uno, y no se pueden dividir así. La división es precisamente la raíz de todo el sufrimiento y el conflicto.
A un nivel, este libro no es necesario. Ya estás completo tal como eres. Eres la vida misma, y siempre lo has sido. ¡Esto es todo, el aquí y el ahora! Este momento es cuanto hay, y está completo en sí mismo. No hay nada más que hacer. ¡Enhorabuena!, puedes cerrar el libro y tomarte una taza de té y un bollo.
A otro nivel, quizá todavía no reconozcas que ya estás completo. Quizá verdades espirituales tan bellas e inspiradoras como «ya estás completo» y «solo hay Unidad» aún te parezcan simplemente bellas e inspiradoras palabras, y todavía no sean para ti una realidad experiencial, viva. Quizá todavía estés batallando con tus sentimientos, con el dolor, las adicciones y los conflictos de pareja. Quizá todavía estés buscando respuestas, amor, aprobación, la iluminación... Quizá aún estés esperando la paz, todavía anheles encontrar una manera de vivir en este mundo que tenga más sentido, en la que haya más amor, que sea más auténtica. Quizá, aunque creas que no estás separado de la vida, todavía te sientas separado de la vida.
El sufrimiento no es una maldición, un castigo, una aberración, ni es señal de que hayas fracasado en modo alguno. El sufrimiento es siempre un gran lugar para empezar a explorar la experiencia presente. Dios sabe que, si no hubiera sufrido como sufrí, nunca habría empezado a cuestionar todo lo que sabía y a descubrir la libertad en todo aquello contra lo que luchaba, en todo aquello de mí de lo que intentaba huir.
No te prometo un estado especial o una experiencia espiritual extraordinaria; eso se lo dejo a los gurús espirituales. Además, los estados y las experiencias vienen y van, y, si de verdad queremos poner fin al sufrimiento, debemos ir más allá de los estados y las experiencias pasajeros, más allá de las cimas espirituales, y descubrir algo que no sea efímero. Algo que esté siempre presente. Algo que está aquí ahora mismo, pero que al parecer siempre ignoramos, empeñados en saborear experiencias futuras y añorantes de retornar a las glorias pasadas.
No me considero un gurú espiritual o un adalid de la autoayuda, un ser especial, despierto o iluminado, ni esencialmente distinto de ti en modo alguno. Me considero más un amigo que te indica con delicadeza cómo retornar a quien realmente eres, que te recuerda lo que, en lo más hondo, ya sabes. Por supuesto, no deseo que te limites a creer todo lo que digo. Quiero que indagues tú mismo, que pongas a prueba todo lo que digo y lo cotejes con tu propia experiencia. Yo no soy una autoridad en materia de la vida (¿quién puede ser una autoridad en que los pájaros canten, en que lata el corazón, en que caiga la lluvia o en que este momento sea como es?), pero quizá las palabras de este libro te devuelvan a una percepción consciente de lo que es realmente verdad en tu experiencia ahora mismo. Tal vez te devuelvan a una profunda aceptación total, a una sencillez y un reposo que son la esencia de todo, que te llevarán más allá de la necesidad de ninguna autoridad externa y te dejarán libre, como un árbol en mitad de la tormenta, mirando a la vida de frente, entregado de lleno a las realidades y los desafíos de la existencia relativa, pero también sólidamente asentado en la inquebrantable certeza de quien de verdad eres, firmemente enraizado en un saber que nunca morirá.
Extracto del libro:
La más profunda aceptación
Jeff Foster
Fotografías tomadas de Internet