El miedo a la muerte es el más injustificado de los miedos, ya que no hay riesgo de sufrir un accidente cuando estás muerto.
(Albert Einstein)
Desde que el ser humano tiene uso de razón, ha sufrido todo tipo de miedos, pero el más común siempre ha sido enfrentarse a la muerte.
Quizá solo los antiguos samuráis, siguiendo su código de conducta llamado bushido, aprendieron a aceptar la muerte como una consecuencia lógica de su propia vida.
Prácticamente todo el mundo teme el momento de la propia muerte, o la de sus seres queridos, llegando incluso a suponer un importante trauma para aquellos a quienes el concepto los supera.
Según los expertos, es de vital importancia aceptar la muerte como un paso más, dedicando la vida a disfrutar de los seres queridos que merecen toda la atención. Debe aprovecharse el presente sin tener en cuenta el futuro, dado que solo en el ahora uno puede llegar a experimentar la felicidad.
Al mismo tiempo, es muy importante reconocer que la vida es limitada y que, por lo tanto, no hay tiempo que perder.
El miedo a la muerte se denomina tanatofobia, y toda la población lo sufre en mayor o menor medida. Quizá por ello siempre se recomienda hablar sobre ese asunto con amigos o allegados de confianza, para conocer de qué forma afrontan ellos ese temor.
Lo esencial es aceptar su existencia y pensar que todos pasamos por ese momento. De un modo u otro, todos seremos recordados por quiénes éramos y por quiénes nos han rodeado en nuestra vida. Debe considerarse, por tanto, que la muerte no borra nuestra presencia por completo, sino que la traslada a un plano más etéreo.
Marco Aurelio afirmaba que «no hay que temer a la muerte sino a no haber vivido», y Jim Morrison —el líder de The Doors— decía lo siguiente: «La gente tiene más temor a la muerte que al dolor. Es extraño que ellos teman a la muerte. La vida duele mucho más que la muerte. Cuando la muerte llega, el dolor termina».
Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet