domingo, 27 de febrero de 2022

LAS CUATRO MANIFESTACIONES DE LA MENTE


La mente se manifiesta como cuatro aspectos básicos.

Está el aspecto mental, responsable de la construcción de los pensamientos y las imágenes. El aspecto físico, a través del cual experimentamos las sensaciones físicas, los sentimientos y la energía. El aspecto emocional, en el que los pensamientos se vinculan con ciertos sentimientos y experiencias, que después se constelan como emociones. Y, finalmente, el aspecto circunstancial, por el que las circunstancias de la vida que aparecen en la mente retroalimentan las sensaciones físicas, las emociones, los pensamientos, la visión del mundo, los puntos de vista, la verdad personal, etc. Esta es la experiencia común. No hay nada inusual en ella. Sin embargo, también suele ir acompañada por otra experiencia igualmente común de un enorme sufrimiento.

Finalmente, en una vida concreta, en medio de ese enorme sufrimiento, surgen pensamientos inusuales: "Quiero ser libre", o "quiero que el sufrimiento tenga un final", o "quiero ser salvado", o "quiero encontrar a Dios o que Dios me encuentre".

Estos son pensamientos diferentes de cualquier otro que hayas tenido anteriormente. Indican un distanciamiento radical de la experiencia habitual de la encarnación, del pensamiento, de la emoción, de la sensación física, de la del sentimiento o la de circunstancias. Son una gran llamada de clarín a algo desconocido.

En el mundo hay enseñanzas infinitamente diversas que nos orientan a seguir muchos caminos diferentes. De una manera u otra, la mayoría de ellas ofrecen directrices para practicar o favorecer ciertos pensamientos, emociones, sensaciones físicas o circunstancias. Nos instruyen para que tengamos mejores ideas, o para que consigamos mayores condiciones, o para que nos sintamos mejor, o para que nos divirtamos más. Y, por supuesto, ya hemos probado todo eso. Sin embargo, siempre que perseguimos algo dictado por la mente, es decir, cualquier percepción, cualquier emoción, cualquier impulso, cualquier sentimiento o cualquier circunstancia, tenemos que acabar reconociendo la limitación de esa experiencia.

En este punto de la existencia es donde aparece la más radical de todas las enseñanzas, una que, de hecho, no lo es en absoluto. Cuando uno vislumbra en un instante la absoluta falta de límites del silencio puro (eso que ningún pensamiento, ninguna emoción, ningún estado mental, ni ninguna circunstancia ha podido, ni podrá, captar o contener nunca) resulta tentador tomar ese vislumbre y ofrecérselo a la mente como otro objeto mental. Resulta tentador intentar captar la verdad y obligarla a hacer lo que tú deseas.

Comprende que este es el funcionamiento natural de la mente.

Su misión es tomar objetos, sean burdos o sutiles, y apropiarse de ellos. El reto que nos plantea esta misteriosa encarnación es ser completamente consciente de tal funcionamiento.

Como he dicho antes, hay muchas enseñanzas que te orientan hacia la persecución de los objetos mentales. En Occidente, todos nosotros hemos experimentado con ello. La radicalidad de esta no-enseñanza es tomar conciencia de esa tendencia y dejar que se queme a medida que la identificación se traslada del movimiento de la mente al silencio del Ser.

Cuando la mente oye este reto, no puede entenderlo. Esa es su belleza. La libertad del silencio puro e ilimitado sólo puede ser alcanzada y experimentada en el momento presente. No tiene nada que ver con ninguna experiencia del pasado. No tiene nada que ver con nada. Está libre de todos los pensamientos, emociones, cuerpos y circunstancias; y es la verdad de quien eres.

En las enseñanzas espirituales se dice frecuentemente que es extremadamente raro que uno realice la verdad de su ser. Ha sido raro, pero no tiene por qué seguir siéndolo, porque es la verdad de quien uno es. La verdad definitiva es que tú eres ese silencio.

Hasta que el cuerpo se vaya y la mente se acabe completamente, hasta que exhales tu último aliento, debes estar dispuesto a mantenerte completamente consciente del impulso mental de ir hacia o de ir en contra de todos los objetos mentales, emocionales, físicos y circunstanciales. En esa disposición puedes ver la libertad que es la verdad de nuestro ser revelada en la pureza de la no-enseñanza: aquiétate.

Presta atención a lo que ya está aquietado.

Cuanto más experimentas esta quietud, más profundos y sutiles son los retos de detectar la tendencia mental a moverse, a tomar, mantener alejado o negar el movimiento. 

Puedes usar tu tiempo de una manera extremadamente rara y preciosa para ver qué objeto está siguiendo tu mente. El silencio no se puede seguir, no va a ninguna parte. Sólo es posible encontrarse con el silencio estando en silencio.

Te invito a renunciar a todos los conceptos sobre tu vida, tu destino, tu propósito, tu pasado, tu presente, tu futuro y a ver lo que no ha sido tocado por este pronombre posesivo del sufrimiento. Y cuando digo "sufrimiento" no estoy excluyendo el placer. El placer y el dolor más intensos están incluidos en el sufrimiento.

La invitación de Ramana, que habla desde el núcleo de tu propio ser, te llama con esta simple frase: "Aquiétate".



Extracto del libro:
Libertad y resolución
Gangaji
Imágenes tomadas de internet