Para estar bien con los demás hay que estar bien con uno mismo. Ahora que hemos llegado al tercer milenio, estamos tan acostumbrados al contacto con las multitudes, la radio, la televisión o el ordenador, que hemos olvidado cómo estar solos con nuestros pensamientos.
Alguien dijo que «no hay nada más difícil que estar entre cuatro paredes blancas», y es verdad. Pero no es menos cierto que sin un verdadero autoconocimiento no se puede progresar.
Todo el mundo siente cierto temor cuando abandona el ajetreo diario para internarse en los rincones de la mente. Estamos tan habituados a que piensen por nosotros —nuestros superiores, los especialistas, los medios de comunicación— que nos sentimos perdidos en un espacio tan inmenso. Eso hace que rehuyamos el silencio y la soledad, buscando cualquier cosa que nos «distraiga». No obstante, nuestra felicidad depende del conocimiento que tengamos de nuestras necesidades y limitaciones. Es probable que ignoremos aspectos de nuestra personalidad que están condicionando nuestro presente.
Gottfried Kerstin
Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet