Podemos intensificar la cualidad de nuestra práctica manteniendo un contacto regular con nuestra comunidad. Una comunidad de practicantes capaz de generar la energía colectiva de la concentración y la atención plena resulta de una ayuda inestimable.
Quizás, al comienzo de nuestra práctica, la atención y la concentración no sean lo suficientemente poderosas como para permitirnos reconocer y abrazar nuestro dolor y nuestro miedo. Con el apoyo de una comunidad, sin embargo, se abre el abanico de posibilidades.
Cuando sufrimos, podemos recurrir a la sangha y decir:
«Queridos amigos, este es mi dolor, mi desesperación y mi odio. Esto es más de lo que puedo soportar. Ayudadme, por favor, a sobrellevar este dolor, este sufrimiento y este miedo». Si dejamos que la sangha nos abrace y nos sostenga con la poderosa energía colectiva de la concentración y la atención plena, no tardaremos en sentir que somos más capaces de permanecer con nuestro miedo y de abrazar nuestro dolor y nuestro sufrimiento. De este modo al sentarte a respirar atentamente con la sangha, te aliviarás y empezarás a transformarte y a sanarte. La presencia de la sangha en la vida de un practicante es muy importante. Siempre debemos tener en cuenta pues, como practicantes, la posibilidad de crear una sangha en nuestro entorno, vivamos donde vivamos.
En la tradición budista llamamos cuerpo del Dharma a nuestra práctica. Cuando tenemos una práctica espiritual, contamos, además de con nuestro cuerpo físico, con otro cuerpo, el cuerpo del Dharma, con el que podemos enfrentarnos a todas las dificultades y sufrimientos.
Cuando nuestro cuerpo del Dharma es poderoso, también podemos ayudar a los demás.
El Dharma puede ser entendido con las enseñanzas de sabiduría.
Además del Dharma hablado y escrito, también existe el Dharma vivo.
Cuando practicamos la respiración atenta y cuando ejercitamos la meditación caminando, aun cuando no digamos nada y no escuchemos ninguna enseñanza del Dharma, estamos encarnando el Dharma vivo.
Cuando vemos a una hermana o un hermano caminar atentamente y disfrutar de cada paso, vemos que está encarnando el Dharma vivo.
Irradiar paz, alegría y vida hacia todo lo que nos rodea es lo que nosotros denominamos Dharma vivo.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet