viernes, 13 de julio de 2012
CONÓCETE A TI MISMO
Un hombre viaja en el metro.
Ocupa su mente en el trabajo que le espera en la oficina.
De repente alza la vista y le parece que otro hombre en
el asiento de enfrente lo mira fijamente.
En su abstracción ni siquiera nota que lo que ve es solamente
su imagen reflejada en un espejo.
—¿De dónde conozco a este tipo? —se pregunta al
notar que su rostro le es familiar.
Vuelve a mirar y la imagen, como es obvio, le devuelve
la sonrisa.
—Y él también me conoce —se dice en silencio.
Por más que intenta dejar de pensar en esa imagen de
la cara familiar, no consigue alejarla de su pensamiento.
El hombre llega a su destino y antes de ponerse de pie
para bajar del tren, saluda a su supuesto compañero de
viaje con un gesto que, como no podía ser de otra
manera, el otro devuelve inmediatamente.
En su trabajo, no puede dejar de preguntarse:
—¿De dónde conozco yo a ese tipo?
Cómo le gustaría tener una fotografía de ese hombre
para poder mostrársela a sus compañeros. Quizás alguno
de ellos podría ayudar a identificarlo…
Al finalizar su jornada decide caminar hasta su casa
para darse el tiempo de buscar en su memoria.
Una hora más tarde entra en su departamento, todavía
sin respuesta. Se ducha, cena, mira la televisión, pero
no puede prestar atención.
—¿Dónde he visto a ese hombre? —se pregunta todavía
al acostarse.
A la mañana siguiente se despierta con una sonrisa…
—Ya sé —dice en voz alta, sentándose de golpe en la
cama y golpeándose la frente con la palma de su
mano—. ¿Cómo no me di cuenta antes?
Ha resuelto el problema que lo tenía interrumpido.
—¡Lo conozco de la peluquería…!
JORGE BUCAY
20 PASOS HACIA ADELANTE