Siempre que amas algo, también lo odias.
Encontraras excusas de por qué odiar, pero no son relevantes.
Nunca dejes que tu odio decida algo. Al saber que hay odio, deja siempre que decida el amor. No estoy diciendo que lo suprimas, no; pero nunca lo dejes decidir. Deja que esté ahí, que tenga un lugar secundario. Acéptalo pero nunca permitas que sea decisivo. Descuidalo, y morirá por sí solo. Prestale más atención al amor y deja que este decida. Tarde o temprano, el amor tomará posesión de todo tu ser y no quedará lugar para el odio.
OSHO
Día a Día
Día 50