Cuando buscas, el futuro es importante, el objetivo es importante. Y cuando no buscas, el momento presente es todo lo que hay... todo. No hay futuro, de modo que no puedes postergar.. no puedes decir. «Mañana seré feliz».
A través del mañana destruimos el hoy; a través de lo ficticio destruimos lo real. De manera que puedes decir: «Muy bien, si hoy estoy triste, no hay nada de qué preocuparse... mañana estaré feliz». De modo que el hoy se puede tolerar, lo puedes soportar. Pero si no hay mañana ni futuro, y nada que buscar y encontrar, no hay forma de postergarlo... la misma postergación desaparece. Entonces depende de ti ser o no ser felices. Y en el momento, en este momento, tienes que decidir. Y no creo que nadie vaya a decidir ser infeliz. ¿Por qué? ¿Para qué?
El pasado ya no existe, y el futuro jamás existirá, de modo que este es el momento. Puedes celebrarlo: puedes amar, puedes rezar, puedes cantar, puedes bailar, puedes meditar, puedes emplearlo como quieras. Y el momento es tan pequeño, que si no estas muy alerta, se te escurrirá de las manos, desaparecerá. Entonces, para ser, uno ha de estar muy alerta. En cambio, hacer no requiere ninguna alerta, es algo muy mecánico.
Y no emplees la palabra esperar... porque eso significa que el futuro ha vuelto a entrar por la puerta de atrás. Si crees que deberías esperar, una vez más estas esperando el futuro. No hay nada por lo que esperar. La existencia es tan perfecta en este momento como lo será jamás. Nunca va a ser más perfecta.
Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 79