Pese a que el término inmadurez puede resultar ofensivo o peyorativo para ciertas personas, su verdadera acepción nada tiene que ver con retardo o estupidez. La inmadurez emocional implica una perspectiva ingenua e intolerante ante ciertas situaciones de la vida, generalmente incómodas o aversivas. Una persona que no haya desarrollado la madurez o inteligencia emocional adecuada tendrá dificultades ante el sufrimiento, la frustración y la incertidumbre. Fragilidad, inocencia, bisoñada, inexperiencia o novatada, podrían ser utilizadas como sinónimos, pero técnicamente hablando, el término “inmadurez” se acopla mejor al escaso autocontrol y/o autodisciplina que suelen mostrar los individuos que no toleran las emociones mencionadas. Dicho de otra manera, algunas personas estancan su crecimiento emocional en ciertas áreas, aunque en otras funcionan maravillosamente bien.
Walter Riso señala que las tres manifestaciones más importantes de la inmadurez emocional relacionadas con el apego afectivo en particular y con las adicciones en general:
(a) bajos umbrales para el sufrimiento,
(b) baja tolerancia a la frustración y
(c) la ilusión de permanencia.
Nota: Estos 3 conceptos ser tocarán en siguientes publicaciones.
Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso