Básicamente, la decepción, la vergüenza y todos los demás espacios emocionales donde no podemos sentirnos bien son una especie de muerte.
Hemos perdido completamente nuestra base, el lugar al que aferramos; somos incapaces de mantenerlo en su sitio y de sentirnos por encima de las cosas. En lugar de darnos cuenta de que la muerte es necesaria para que exista el nacimiento, nos limitamos a luchar contra el miedo a la muerte.
Llegar a los propios límites no es ningún castigo. En
realidad, sentir miedo y temblores cuando estamos cerca
de la muerte es una señal de salud. Otra señal de salud es
no quedarnos deshechos por el miedo y el temblor, sino
tomarlos como un mensaje de que ya es hora de cesar la
lucha y de mirar directamente a lo que nos está
amenazando. Ciertas emociones, como la decepción y la
ansiedad, nos avisan de que estamos a punto de entrar en
territorio desconocido.
Del libro:
CUANDO TODO SE DERRUMBA
Pema Chödron