miércoles, 13 de marzo de 2013

APEGO A LA SEGURIDAD/PROTECCIÓN


De acuerdo con la historia persona afectiva, la educación recibida, los valores inculcados y las deficiencias específicas, cada cual elige su fuente de apego o cada apego lo elige a uno. 

Walter Riso presenta una la lista en la cual aparecen los tipos de apego afectivo más comunes observados en su práctica clínica. Algunos están mediados por esquemas maladaptativos y otros, por simple gusto o placer. 

Una persona puede apegarse a uno, varios o, si está muy de malas, a todos. Los apegos del menú son los siguientes: 

a) apego a la seguridad/protección, 
b) a la estabilidad/confiabilidad, 
c) alas manifestaciones de afecto, 
d) a las manifestaciones de admiración y 
e) al bienestar/placer de toda buena relación (por ejemplo, sexo, mimos, tranquilidad y compañerismo).

Revisemos lo que dice sobre el primer punto:


I.- La vulnerabilidad al daño y el apego a la seguridad /protección

El esquema principal es la baja autoeficiencia: "No soy capaz de hacerme cargo de mí mismo". Estas personas necesitan de alguien más fuerte, psicológicamente hablando, que se haga responsable de ellas. La idea que las mueve es obtener la cantidad necesaria de seguridad/protección para enfrentar una realidad percibida como demasiado amenazante.

Este tipo de apego es de los más resistentes porque el sujeto lo experimenta como si fuera una cuestión de vida o muerte. Aquí no se busca amor, ternura o sexo, sino supervivencia en estado puro. Lo que persigue no es activación placentera y euforia, sino calma y sosiego. El asunto no es taquicardia, sino de bradicardia; reposo y alivio: "Estoy a salvo".

El origen de este apego parece estar en la sobreprotección parental durante la niñez y en la creencia aprendida de que el mundo es peligroso y hostil. El resultado de esta funesta combinación ("No soy capaz de ver por mí mismo" y "El mundo es terriblemente amenazante") hace que la persona se perciba a sí misma como indefensa, desamparada y solitaria. El destino final es altamente predecible: no autonomía, no libertad y, claro está dependencia.

Como dije anteriormente, la seguridad obtenida no siempre es evidente. Las señales de protección pueden ser muy sutiles y aparentemente sin sentido, pero útiles y significativas para la persona. No importa qué tan fría sea la relación, a veces la sola presencia de la pareja produce sensación de estar a buen resguardo. Estar con ella o con él, compartir el mismo espacio, respirar el mismo aire, dormir en la misma cama, mirar la misma televisión, cuidar los mismos hijos o vivir la misma vida es suficiente para sentirse acompañado, es decir, "no solo". No se necesita que la pareja sea una especie de karateca quinto Dan o un integrante de Los Magníficos; conque esté ahí, visible y bajo el mismo techo, el adicto y su necesidad quedan satisfechas.

RESUMEN:
Déficit 
Baja autoeficacia 
("No soy capaz de bastarme a mí mismo")
Miedo 
Al desamparo y la desprotección 
Apego 
A la fuente de seguridad interpersonal

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso