A veces nos sentimos culpables y otras arrogantes, a veces nuestros pensamientos y recuerdos nos aterrorizan y nos hacen sentirnos totalmente desgraciados. Los pensamientos pasan por nuestra mente continuamente y, cuando nos sentamos, les damos mucho espacio para que puedan surgir. Damos espacio para que aparezcan todos nuestros pensamientos, como nubes en el ancho cielo u olas en el vasto océano. Si uno de ellos se queda con nosotros y nos barre, sea agradable o desagradable, la instrucción es etiquetarlo de «pensamiento» con toda la apertura y la bondad que podamos reunir, y dejar que desaparezca en la enormidad del cielo. Las nubes y las olas vuelven a surgir inmediatamente, pero eso no es ningún problema. Simplemente las reconocemos una y otra vez con amistad incondicional, poniéndoles la etiqueta de «pensamiento» y dejándolas pasar una y otra vez.
Del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron