Y bien, ¿por qué nombramos algo? ¿Por qué asignamos un rótulo a una flor, a una persona, a un sentimiento? Lo hacemos, o bien para comunicar nuestro sentimiento, para describir la flor, y así sucesivamente, o para identificamos con este sentimiento, ¿no es así? Nombro algo, un sentimiento, para comunicarlo: "estoy furioso". O me identifico con ese sentimiento a fin de fortalecerlo, de disolverlo o de hacer algo al respecto.
Es decir, damos un nombre a algo, a una rosa, para comu nicar esto a otros; o bien, nombrándolo pensamos que lo hemos comprendido. Decimos: "es una rosa", la miramos rápidamente y proseguimos nuestro camino. Al darle un nombre creemos haberla comprendido; hemos clasificado esa flor y pensamos que así hemos captado todo su contenido y su belleza.
Ahora bien, si no es tan sólo para comunicar, ¿qué ocurre cuando damos un nombre a una flor, a cualquier cosa? Por favor, sigan esto, examínenlo conmigo. Aunque sea yo quien se expresa en voz alta, ustedes también participan en lo que se dice. Dando un nombre a algo nos hemos limitado a ponerlo en una categoría, y pensamos que lo hemos comprendido; no lo miramos más atentamente. Pero si no lo nombramos estamos obligados a mirarlo. O sea, abordamos la flor, o lo que fuere, con un sentido de novedad, con una calidad nueva de examen: la miramos como si nunca la hubiésemos mirado antes. [El conocimiento de uno mismo].
La Esencia de las Enseñanzas de:
JIDDU KRISHNAMURT