Siempre que haya miedo, jamás escapes de él. De hecho, saca pautas de él.
Esas son las direcciones en las que necesitas viajar. El miedo es simplemente un desafío. Te llama: «¡Ven!».
Siempre que algo es realmente bueno, también asusta, porque te proporciona ciertas percepciones. Te fuerza a avanzar hacia ciertos cambios. Te lleva a un borde desde el cual, si das marcha atrás, jamás te lo perdonaras. Si sigues adelante, es peligroso. Ahí está lo que asusta. Si puedes regresar con facilidad, no hay problema. Pero se trata de percepciones de las que no puedes regresar. Si lo haces, jamás seras capaz de perdonártelo. Siempre te recordaras como un cobarde.
Siempre que haya un miedo, recuerda no dar marcha atrás, porque ese no es el camino para solucionarlo. Adéntrate en él. Si temes la noche oscura, adéntrate en ella, porque es la única manera de superarlo. Es el único modo de trascender el miedo. Adéntrate en la noche; no hay nada más importante que eso. Espera, siéntate solo y deja que la noche trabaje. Si tienes miedo, tiembla. Deja que el temblor esté presente, pero dile a la noche: «Haz lo que quieras hacer. Estoy aquí». Pasado unos minutos, veras que todo se ha asentado. La oscuridad ya no es oscura, ha llegado a ser luminosa. La disfrutaras. Puedes tocarla... el silencio aterciopelado, la vastedad... la música. Seras capaz de disfrutarla dirás: «¡Qué necio he sido de temer una experiencia tan hermosa!».
Del libro:
Día a Día
Osho
Día 136