El guerrero japonés fue apresado por sus enemigos y encerrado en un calabozo. Aquella noche no podía conciliar el sueño, porque estaba convencido de que a la mañana siguiente habrían de torturarle cruelmente.Entonces recordó las palabras de su Maestro Zen:
«El mañana no es real. La única realidad es el presente».
De modo que volvió al presente… y se quedó dormido.
Tomado del blog: Plano Creativo