El primer paso en el camino del crecimiento es volverse un valiente conocedor de uno mismo. Un conocedor de lo peor y lo mejor de mí.
Cuando yo hablo de esto, mucha gente me pregunta si ocuparse tanto tiempo de conocerse no es demasiado individualista.
Yo creo que no, aunque confieso que mi desacuerdo se dirige más a la palabra “demasiado” que a la palabra “individualista”. Porque individualista sí soy, y encima ni me avergüenzo.
Por mi parte, estoy convencido de que solamente si me conozco voy a poder transitar el espacio de aportarte a vos lo mejor que tengo.
Solamente conociéndome puedo pensar en vos.
Creo que es imposible que yo me ocupe de conocerte a vos antes de ocuparme de mí.
Es innegable que yo voy a poder ayudar más cuanto más sepa de mí, cuanto más camino tenga recorrido, cuanta más experiencia tenga, cuantas más veces me haya pasado lo que hoy te pasa.
Por supuesto, hay miles de historias de vida de personas que han ayudado a otra gente sin ningún conocimiento, con absoluta ignorancia y portando como única herramienta el corazón abierto entre las manos.
Son los héroes de lo cotidiano.
Es verdad. No todo es la cabeza, no todo es el conocimiento que se tiene de las cosas. Saberme no es imprescindible para poder ayudar, sin embargo, suma.
Y yo sigo apostando a sumar.
Sigo creyendo que es muy difícil dar lo que no se tiene.
Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay