sábado, 31 de agosto de 2013

¡¡HAY COSAS QUE NI YO PUEDO HACER!!


Para no sofisticar tanto el tema (el de la libertad), y para que no quede ninguna duda, utilizaré la fórmula de mi paciente Antonio que una tarde, al final de una sesión, irónicamente comentó:

—Habrá que aceptarlo... ¡¡Hay cosas que NI YO puedo hacer!!

Repito... No somos omnipotentes porque hay cosas que obviamente no podemos hacer realidad, y no tienen nada que ver con las leyes de los hombres, con las normas vigentes, con las limitaciones impuestas, con la educación ni con la cultura.

De hecho, alguien puede dimensionar la idea de ser omnipotente, de hacer todo lo que quiere, de volverse Dios. Sin embargo, desde el punto de vista filosófico y racional, ni siquiera Dios podría ser omnipotente.

¿Por qué? Los argumentos formales acerca de que Dios podría terminar con el mal en el mundo y demás, para los teólogos forman parte del plan divino que uno no entiende. Es decir, Dios sí sería omnipotente porque elegiría no hacer esto por razones inaccesibles para nosotros.

Pero hay un sofisma —un planteo lógicamente correcto, pero que llega a una conclusión irracional o que no puede demostrarse como posible— que siempre me atrajo.

El sofisma (razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso) respecto de la imposibilidad de la omnipotencia es el siguiente.

Planteo número uno: Dios existe.
Planteo número dos: Dios es omnipotente.
Planteo número tres: Si Dios es omnipotente puede hacer todo.
Planteo número cuatro: Por lo tanto, puede hacer una piedrita chiquita, y puede hacer una piedra enorme, también. ¿Puede Dios hacer una piedra tan grande y tan pesada que no la pueda levantar nadie, ningún ser humano sobre la Tierra? También. Pero... ¿puede hacer Dios una piedra tan grande y tan pesada que no la pueda levantar ni siquiera él mismo?

Ahora: Si no pudiera hacerla, entonces no sería omnipotente; ya que habría una cosa que no podría hacer. Y si pudiera en efecto hacerla, entonces habría una piedra que él no podría levantar, con lo cual tampoco sería omnipotente.

Muy lejos de ser un Dios, hay infinitas cosas que yo sé que 
no puedo hacer. Aunque quisiera en este preciso momento cerrar los ojos, abrirlos y estar en Granada 
con Julia, no está dentro de lo que fácticamente puedo elegir, y no dejo de ser libre por no poder hacer eso.

¿Pero puedo yo elegir ahora bajar a la calle y en lugar de tomarme un taxi ir caminando aunque llueva 
torrencialmente? Sí. ¿Puedo yo bajar a la calle y esconderme en un callejón y golpear con un palo a la primera 
persona que pase? Sí. Hacerlo o no, depende de mí y no de mi limitación en los hechos.

Es en ese terreno donde se juega la libertad, en las decisiones que tomo cuando elijo dentro de lo posible.

Dicho de otra manera:

La libertad consiste en mi capacidad para elegir
dentro de lo fácticamente posible.

Esta definición implica que sólo se puede hablar de libertad bajo ciertas condiciones.

Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay