La libertad bajo ciertas condiciones.
Tercera condición: La responsabilidad
Soy responsable por lo que elijo, justamente porque podría haber elegido otra cosa.
No puedo dejar de ser libre; por lo tanto, no puedo dejar de ser responsable de lo que elijo. No puedo dejar de ser responsable de mi propia vida.
El verbo “elegir” implica responsabilidad. Esto es:
—¿Por qué lo hiciste?
—Porque yo quise.
Responsabilidad no es obligación, es responder por lo que uno hizo.
Que otro me lo haya indicado o sugerido no quita que se trate de mi libertad de elegir y de mi decisión.
Por eso la obediencia debida de los militares es una basura, una mentira. Porque alguien puede ordenarme lo que quiera, pero está en mí hacerlo o no. Y si lo hago me tengo que hacer —porque lo soy— responsable de lo que elegí.
La libertad no es liviana, a veces pesa. Porque si soy responsable, puedo llegar a sentirme culpable por lo que elegí, y puede pesarme tener que responder por esa elección.
Esto es interesante, porque hasta aquí la libertad de elegir era vivida como algo agradable y placentero, y
ahora sentimos que si pudiéramos sacarnos de encima la posibilidad de elegir, delegarla, dejar que otro se
hiciera cargo, nos sentiríamos muy aliviados o menos angustiados.
Querer o pretender que otro se haga cargo de nuestras elecciones es querer seguir siendo un nene
chiquitito, para que otros elijan por nosotros.
¡Hay tanta gente que vive así! Vive muy incómoda, pero está convencida de que no tiene otra posibilidad
porque no ha madurado en este sentido.
Digo que no van a poder escaparse de la idea de que son libres y por lo tanto responsables de todo lo
que hacen. No hay manera de que se escapen.
No importa lo que crean, no importa lo que digan, no importa a quién le echen la culpa.
No importa que le echen la culpa a las leyes, al medio, al entorno, al condicionamiento, a la educación o a
los mandatos.
Ustedes están eligiendo en cada momento su accionar.
Y si no quieren aceptar esto es porque no quieren aceptar la responsabilidad que significa ser libres.
Es mi derecho y mi privilegio limitarme a mí. No sos vos el que me lo impide, no hay nada real que me lo
impida; soy yo, que estoy haciendo una elección.
Las autolimitaciones son elecciones. Soy autónomo y me fijo mis propias normas y me digo: esto no. En
este caso no estoy dejando de ser libre, porque es mi elección. Tanto estoy eligiendo que si yo digo: “esto no”,
puedo decir mañana: “esto sí”.
Si uno elige ser esclavo: ¿ahora es libre o es esclavo?
¿Se puede elegir no elegir?
Esta es la vieja paradoja de la libertad.
Aristóteles decía: “Tengo una piedra en la mano, yo puedo elegir tener la piedra o tirarla, tengo esa
elección; mientras yo tenga la piedra en la mano tengo las dos posibilidades; sin embargo, si yo tirara la piedra
ahora ya no podría elegir tenerla o tirarla.”
Hay algunas elecciones que abren y otras elecciones que cierran.
Si uno elige ser esclavo y después puede elegir ser libre, entonces es libre, aunque sea esclavo. Si yo
elijo esclavizarme a la v
oluntad y al deseo de alguien, sigo siendo libre, siempre y cuando yo pueda elegir
cambiar esa esclavitud.
Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay