jueves, 24 de octubre de 2013

LA AUTORIDAD MORAL


Esta es una historia real, sucedida en una empresa, que conviene enseñar a otros. 

En el yacimiento de una de las empresas cementeras más importantes del país, los vehículos solo se podían surtir de gasolina entre la 1:00 y la 1:30 p.m., es decir, durante treinta minutos, debido a las reglamentaciones de la Superintendencia de la mina. Un empleado tenía la orden del jefe de almacén de sólo proveer el producto en esa hora y durante ese lapso de tiempo. Ese mismo empleado debía realizar otras tareas después de cumplir el oficio de proveedor de combustible. 

Todos los ingenieros, sin excepción, debían llenar el tanque a esa hora, o se quedaban sin gasolina. No obstante, algunos usuarios estaban tan ocupados que más de una vez pedían gasolina a otra hora. El jefe del almacén se había quejado de la falta de orden, pero también había sido acusado de ser muy condescendiente con sus amigos. 

Como en numerosas ocasiones el empleado hacía mal el trabajo siguiente, por el hecho de tener que dispensar gasolina a deshoras, el Superintendente de la mina les exigió a los usuarios y al almacén regirse por la norma existente y envió un estricto memorando. Unos días después, luego de surtir de gasolina el jefe del almacén regresaba caminando del tanque cuando fue recogido por el Superintendente, quien estaba urgido de combustible. El jefe del almacén no se negó a proveerlo del producto. 

Entonces el Superintendente y el jefe del almacén tienen la siguiente conversación: 
—¿Y como va el almacén? 
—Todo muy bien, doctor. 
—¿La gente está cumpliendo con las normas? 
—Ah, sí, todo está bien. 
—¿O sea que el memo que mandé ha funcionado? 
—Pues sí... 
—dice el jefe del almacén sin mucho ánimo.
—¿Cómo así? ¿Todavía hay gente que está incumpliendo? —pregunta ofuscado el Superintendente. 
—No, doctor, de pronto uno que otro se atrasa, pero eso no es un problema. —¿¡Cómo que no es un problema!? 
—dice el Superintendente y reclama: 
— Así no vamos a llegar nunca a cumplir con el proceso de certificación de calidad. Usted es el que tiene que ayudarle a la compañía a ser mejor... 
—Pues sí, doctor.... 
—¡No, no lo acepto! ¡Mándeme ya la lista de quiénes son los incumplidos! ¡Pero hoy mismo! ¡La espero hoy! 
—No, doctor, la lista es de uno solo. Eso no vale la pena... 
—¿Que qué? Mándemela de todos modos. O mejor, ¡dígame ya quién es el que está in-cumpliendo el memorando! ¿Quién es? El otro, ruborizado y sin mirar la cara del Superintendente, responde: 
—¡Usted, doctor Escobar! 

Jefes que envían requerimientos intransigentes a su secretaria por llegar tarde, pero ellos cometen faltas peores... ¿No es la autoridad moral un verdadero requisito del líder? ¿Cuántos jefes creen que su papel solamente consiste en mandar pero no cumplir? ¿Cuál es el valor del ejemplo ?

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal