Decenas de miles de personas en todo el mundo son víctimas de las inseguridades sentimentales de sus parejas, quienes, además de causarles un tremendo dolor, les exigen «paciencia». ¿De qué paciencia hablan? En una relación sana y equilibrada, los dos andan a ritmos similares, no a igual velocidad, pero por la misma senda. Recuerdo que un amigo inició una relación con una mujer que no estaba segura de nada, y menos de quererlo. El hombre sufría tanto que en cierta ocasión decidí tratar el asunto con él y le pregunté a qué estaba esperando para romper con ella. Su respuesta fue:
«Estoy esperando a que su corazón se defina».
Lo que en realidad esperaba era un trasplante. La indecisión de la chica me recordó a una caricatura del humorista Quino, donde aparecía una personificación de Sócrates. En el primer recuadro, el filósofo, con una mirada trascendente, afirmaba: «Sólo sé que no sé nada»; y en el segundo, su expresión de sabio cambiaba radicalmente y, rascándose la cabeza, se decía a sí mismo: «Y a veces no estoy seguro».
¿Habrá mayor confusión? Hay mucha gente así, especialmente en relación con los temas afectivos: «Sólo sé que no sé si te quiero y, a veces, no estoy seguro».
¿Cuánto hay que aguantar? Ni una chispa. Si alguien vacila y se pega al «ni contigo, ni sin ti», la solución debe ser rápida y contundente. Esto puede generar angustia en el dubitativo y es posible que arremeta rasgándose las vestiduras y prometiendo un amor «constante». ¿Otra oportunidad? Muchos la dan. Pero si quieres mantener un comportamiento saludable, sigue este consejo: en cuanto el «ni contigo, ni sin ti» asome, al menor tris: ¡aléjate!
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso