Parece mentira, pero en el mundo cotidiano muchas personas viven mas tiempo ocupándose de aquellos que no les importan que de aquellos a quienes dicen querer con todo su corazón. Pasan mas tiempo tratando de agradar a gente que no les interesa que tratando de complacer a la gente que ama.
Hay que ponerlo en orden. Hay que darse cuenta.
No es inhumano que yo sea capaz de canalizar el poco tiempo que tengo para ponerlo prioritariamente al servicio de aquellos vínculos que construí con las personas que mas quiero.
Tengo que darme cuenta de la distorsión que implica pasar mas tiempo con quienes no quiero estar que con los que realmente quiero.
Una cosa es que yo dedique una parte de mi atención para hacer negocios y mantenga trato cordial con gente que no conozco ni me importa, y otra cosa es la perversa propuesta del sistema que sugiere vivir en función de ellos. Esto es enfermizo, aunque ellos sean mis clientes mas importantes, el jefe mas influyente, un empleado eficaz o los proveedores que me permiten ganar mas dinero, mas gloria o mas poder...
Tómense un minuto para saber de verdad quiénes son las quince, ocho, dos o cincuenta personas en el mundo que les importan. No se preocupen pensando que tal vez se olviden de alguien, porque si se olvidan, quiere decir que ESE no era importante. Hagan la lista (no incluyan a los hijos, ya sabemos que nos importan mas que nada) quizás confirmen lo que ya sabían... o quizás se sorprendan.
Pueden completar esta historia dando vuelta la página y, sin ver la lista anterior, escribir los nombres de las diez personas para quienes ustedes creen ser importantes (dicho de otra manera la lista de aquellos que nos incluirían en sus listas). No importa que sean o no las mismas diez personas del otro lado, quizás confirmen que hay personas a quienes queremos pero que mucho no nos quieren, y que hay gente que nos quiere pero que nosotros mucho no queremos.
Vale la pena investigarlo. Tiene sentido la sorpresa. Porque entonces vamos a poder discriminar con mucha mas propiedad el tiempo, la energía, y la fuerza que usamos en función de estos encuentros.
Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay