lunes, 2 de diciembre de 2013

COMER BIEN, COMER MENOS


Hay quienes se refugian en la comida para olvidar sus penas y su depresión.

Comer en exceso puede crear problemas al sistema digestivo y contribuir a generar ira. O producir demasiada energía. Y si no sabes manejarla, se puede transformar en la energía de la ira, el sexo y la violencia.

Cuando comemos bien, podemos comer menos. Sólo necesitamos la mitad de la comida que ingerimos a diario. Para comer bien hemos de masticar los alimentos unas cincuenta veces antes de tragarlos. Cuando comemos lentamente y masticamos la comida hasta convertirla en una especie de líquido, nuestros intestinos absorben mucho más sus elementos nutritivos. Si comemos bien y masticamos la comida a conciencia, obtenemos más elementos nutritivos que si comemos mucho pero sin digerir bien la comida.

Comer es una práctica profunda. Cuando yo como, disfruto de cada bocado. Soy consciente de la comida, de lo que estoy comiendo. Podemos practicar el ser conscientes de lo que comemos: sabemos lo que estamos masticando.

Masticamos la comida con mucho cuidado y alegría. De vez en cuando dejamos de masticar para entrar en contacto con los amigos, la familia o la sangha-la comunidad de practicantes que comparten la mesa con nosotros. Valoramos el maravilloso hecho de estar sentados aquí masticando esa comida, sin preocupamos por nada más. Cuando comemos de manera consciente, no estamos comiendo o masticando nuestra ira, nuestra ansiedad o nuestros proyectos, sino que masticamos la comida que los demás han preparado con tanto amor. Es muy agradable.

Cuando la comida casi se ha licuado en tu boca, experimentas su sabor con más intensidad y sabe buenísima.

Quizá desees masticar hoy de esta manera. Sé consciente de cada movimiento de tu boca. Descubrirás que la comida te sabe deliciosa; aunque comas pan solo, sin mantequilla ni mermelada, lo encontrarás riquísimo.

Tal vez desees también tomar un poco de leche. Yo nunca me la bebo, sino que la mastico. Cuando me acerco un trozo de pan a la boca, lo mastico durante un rato con plena conciencia y después bebo un traguito de leche. Me lo introduzco en la boca y sigo masticando siendo consciente de ello. No sabes lo delicioso que puede ser masticar solamente un poco de leche y pan.

Cuando la comida se ha vuelto líquida y se ha mezclado con tu saliva, ya está medio digerida, así cuando llegue a tu estómago y a tus intestinos, harás la digestión con suma facilidad.

Tu cuerpo absorberá la mayoría de nutrientes del pan y de la leche. Además, mientras masticas, sientes una gran alegría y libertad. Si comes de este modo, comerás menos de manera natural.

Cuando te sirvas la comida, sé consciente de tus ojos.

No confíes en ellos. Son tus ojos los que te empujan a comer demasiado. Tú no necesitas comer tanto. Si sabes comer de manera consciente y dichosa, descubrirás que sólo necesitas ingerir la mitad de la comida que tus ojos te incitan a tomar. Te ruego que lo pruebes. Masticar una comida tan sencilla como calabacines, zanahorias, pan y leche, puede convertirse en el mejor manjar de tu vida. Es una experiencia maravillosa.

Muchos de los que estamos en Plum Village, nuestro centro de práctica en Francia, hemos comido de esta forma, masticando con plena conciencia y muy despacito. Intenta comer así, ya que ayudará a tu cuerpo a sentirse mucho mejor y, por tanto, a tu espíritu y a tu conciencia. 

Nuestros ojos son más grandes que nuestro estómago. 

Hemos de infundirles la energía de la plena conciencia para saber exactamente la cantidad de comida que necesitamos.

El término chino para el cuenco de mendigar que usa un monje o una monja significa «el utensilio para la medida adecuada». Nosotros usamos este tipo de cuenco para que los ojos no nos engañen. Cuando la comida llega al borde del cuenco, sabemos que ya tenemos más que suficiente. Sólo tomamos esa cantidad de comida.

Si puedes comer de esta manera, podrás comprar menos comida. Y cuando compres menos comida, podrás comprar comida biológica. Es algo que todos podemos hacer, tanto si vivimos solos como con nuestra familia. Y supondrá además una gran ayuda para los granjeros que desean ganarse la vida cultivando alimentos biológicos.

Extracto del libro:
LA IRA
(El dominio  del fuego interior)
Thich Nhat Hanh