Eres el camino y eres la meta,
no hay distancia entre tú y la meta.
Eres el buscador y eres lo buscado,
no hay distancia entre la búsqueda
Eres el adorador y eres lo adorado.
Eres el discípulo y eres el maestro.
Eres los medios y eres el fin.
Este es el gran camino.
Osho (El libro de la nada)
En sus orígenes, el término vínculo y el término afecto nos remite a conceptos o acciones que pueden ser
tanto negativas como afirmativas, es decir a conceptos neutrales. Ninguno de ellos nos hace explícitos si el
lazo con lo otro es positivo o negativo. Debemos establecer entonces que el amor es un vínculo afectivo y que
el odio también lo es, y que tanto el placer del encuentro como el dolor del desencuentro nos vinculan
afectivamente.
Siendo esquemáticos, se podría clasificar los vínculos en tres grandes grupos según el punto de atención del
encuentro afectivo.
El vínculo con un ente metafísico (Dios, fuerzas cósmicas, la naturaleza, etc.).
El vínculo con un objeto (una obra de arte, un objeto valioso, etc.).
El vínculo con el humano (amigo, novio, familiar o uno mismo).
El primero lo asociamos comúnmente con la religión. En el segundo podemos hablar de “materialismo”, de
consumismo, o incluso de fetichismo.
El encuentro con lo humano en su mejor dimensión, está representado por el amor del que hablo y, según Rousseau, es fuente del genuino y primigenio vínculo interpersonal.
Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay